Con los años se gana en madurez y serenidad o, al menos, eso me dijeron a mí. No sé si lo mío se llama madurez y/o serenidad, más bien... creo que se llama "todo me importa mucho menos". Hay situaciones diarias con las que habría explotado hace cinco o seis años y que ahora me provocan indiferencia, por absurdas en sí mismas. Lo importante es lo importante y lo demás es atrezzo. Y lo importante en este mundo, seguramente, no serán los asuntos a los que le daba vueltas de forma machacante hasta llegar a perder los papeles en el pasado.
Eso no quita que tenga momentos de preguntarme el por qué de algunas cosas, de algunas situaciones cotidianas; y que el hecho de no poder darles una respuesta de esas "maduras y serenas" me zarandee desde las plantas de los pies hasta el cogote.
Pese a todo, paso firme, cabeza alta y pa´lante (a los extremadamente correctos les molesta muchísimo esta manera de escribir, pero también están en el lote de "cosas que me importan lo mismo que yo a ellos").