Soy maniático hasta el exceso. De repente, casi sin planteárnoslo, hemos cargado he coche y nos hemos ido a pasar una semana a la otra punta de España, al Pirineo Aragonés; y he contado los kilómetros, las horas, he repasado los tickets de las gasolineras, las facturas de los restaurantes, he coleccionado folletos y mapas como si fueran necesarios para sobrevivir... pues sí, así soy yo. Maniático.
Pero también soy muy observador. Tengo la virtud, o el defecto, de ver y oír todo lo que hay a mi alrededor y si bien tengo que deciros que, paisajísticamente y gastronómicamente, vuelvo repleto de buenas sensaciones; "educativamente" vengo hecho un toro. Me explico.
Uno se harta de las etiquetas, más cuando cree que son injustas e innecesarias, pero cuando sale (viajar sirve para algo más que para usar indiscriminadamente el palo-selfie, que también...) compara muchas cosas y yo no he sido menos. Dicho vulgarmente, "he flipado" con el comportamiento de gente que critica con facilidad a los andaluces. ¿Los ruidosos no somos nosotros?, ¿Los maleducados no somos nosotros?, ¿Los liantes no somos nosotros?... Pues no sé yo qué decir. Generalizar es tan fácil como erróneo, pero tanto para dar palos como para recibirlos, y de eso último, los del sur sabemos un montón.
Emocionado y agradecido, como diría "la Morgan", regreso más ancho que alto. Si quieren seguir poniendo etiquetas, que sigan... visto lo visto, eso no demuestra más que la incapacidad mental para el raciocinio que tienen algunos. Me vuelvo con un ciento de paisajes increíbles; con cosas que jamás había hecho; con la tranquilidad de llevar a Ana al otro lado del coche dirigiéndome para que no estuviese aún dando vueltas por los puentes de Biescas, con la tarjeta de memoria de Sara echando humo (érase una niña pegada a su cámara de fotos) y con María haciéndose mayor a cada pueblo que cruzábamos; con la sensación de que tengo que pegarle un buen repaso a la Historia de España, y una buena excusa a la balanza, pero sobre todo, con un orgullo muy tonto pero muy grande a la vez, de ser andaluz... que nada tiene que ver con lo que pintan por ahí, más bien, todo lo contrario.
Con esto no pretendo criticar al resto, solo retirar un poquito de la mierda que, injustamente, nos vuelcan a diario.
Viajar, cuando se puede, es un ejercicio muy sano. Ojalá se pudiera con más frecuencia.