Aguarda un momento. Aguarda verano, ¿por qué de tu huida? Quizá no te diste cuenta de que te necesito, con tu aire ardiente, con tu sol de fuego. Puede que renunciase a ti alguna vez, dios del sudor, por la inconsciencia del que se torna valiente ante la oscuridad cuando los días laten de luz. No te marches, cielo rojo. No te vayas, sopor nocturno. Al menos, no todavía, cuando quedan amores por escribir en las orillas.