Me encantaría que visitaras también mi otro Blog; un espacio donde dejo mis fotografías; "EL MUNDO SE EQUIVOCA" (http://sequivoca.blogspot.com)
"HAY PERSONAS QUE MARCAN UN ANTES Y UN DESPUÉS, CONVIRTIENDO EN UN REGALO EL AHORA (Luis Bueno) - julio, 2020


viernes, 29 de junio de 2018

Habrá que bailar.

            Habrá que bailar para que el músico se anime, para que nos mire la gente murmurando entre otras gentes acerca de nuestras patologías emocionales. Bailemos pues.
 
            Por capricho, por placer, por perder el miedo a bailar, por perder el miedo a volar. Bailemos sin saber cómo ni dónde. Descompasados o a dos palmos del suelo. Bailemos y descosámonos de nuestras sombras, soldadas eternamente a nosotros.
 
            Bailemos.
 
            Como perfecta excusa para rozar esa mano, o envolver esa cadera, o adosar esa mejilla, o recordar ese olor, o volver a existir. Bailemos.
 
            Bailemos para detener la hemorragia de las vidas pasadas y sanar cicatrices de los daños futuros. Entre el recuerdo y el olvido, bailemos.
 
            Porque mañana es fiesta de guardar en los cajones lo que ya no nos interesa y cerraremos la puerta a los fantasmas de cada minuto. Porque la eternidad no suena a nada, bailemos ahora.
 
             Ya lo dijo el Maestro: Que bailar es soñar con los pies.





lunes, 4 de junio de 2018

Duele decir adiós

     Duele decir adiós cuando consideras que el momento de la despedida se ha adelantado; cuando te quedan tantas cosas que agradecer y tantos abrazos que dar; cuando aún puedes escuchar su risa en los pasillos y recordar cada detalle con la gente de su pueblo.
 
     Duele decir adiós cuando sigues contando sus anécdotas como si estuvieses preparado para repetirlas mañana; cuando haces un listado de momentos únicos que has vivido; cuando esperabas encontrártelo en la próxima visita al cole.
 
     Es triste y duele cuando el que se marcha ha sido tan grande de evaporarse sin hacer el más mínimo ruido;  cuando ha sido un MAESTRO en todos los sentidos y cuando compartiste tus peores pesadillas abrazado a él.
 
     Dicen que la gente muere cuando se le olvida, por eso, Ciri, vivirás mientras quede en la tierra alguno de los que hayamos estado a tu lado. Tus compañeros, tus alumnos, y en fin, toda la gente del pueblo que tuvo la oportunidad de disfrutarte te recordará siempre. Gracias por todo lo que nos diste.
    
     Descansa, Ciriaco. Ya eres eterno.

sábado, 2 de junio de 2018

El fin del día

     El perchero sigue abarrotado de abrigos tras la puerta. Quizá tres, puede que cuatro, apiñados unos sobre otros y por debajo de ellos,  puede que algún bolso o alguna bufanda. Escarbando podría encontrar aquel gorro de lana que hace siglos que no usa porque ni siquiera recuerda que está allí abajo. Al fondo, el paraguas. Lo compró en rebajas; el paraguas transparente de moda, el que atraería las miradas de la gente, más preocupada por llegar a sus destinos moderadamente secos que en valorar el diseño de los artilugios anti-lluvia de los que pasaran por allí, pero ella confiaba en que sería la sensación del otoño.
 
     En el pasillo, sus zapatos. Atravesados, inertes, a su suerte. Diariamente repetía el ritual de lanzarlos a la vez que sonaba el portazo tras su espalda. Llegar a casa solía ser sinónimo de autoprotección. Ese portazo era el abrazo de su guardaespaldas y deshacerse de los zapatos, la confirmación de que ya estaba segura. Percibía un placer difícil de describir al recorrer descalza aquel pasillo y celebraba, a veces, no haber puesto madera ni tarima ni nada de esas cosas que quitasen la agradable sensación de frío al caminar por él. Pisaba tierra segura, territorio propio. Su guarida.
 
     Aunque nada comparable con librarse del broche del sujetador, "el yugo opresor de la mujer del siglo XX". Ojalá tuviese el valor de prescindir de él. Cuando pasa junto al espejo superlativo que cuelga en la pared, se observa. Se analiza. Y se habla. Ojalá yo fuese capaz de salir a la calle sin esta tortura pero no sé... no me veo. Chica, realmente creo que estás increíble para tu edad... pero no me atrevo, nunca fui de fantasear.
 
     Al fondo, una pequeña lámpara ilumina el salón. Algún día tendría que ordenar los recuerdos de aquel lugar, tan íntimo y tan atropellado de vivencias pero el orden requiere de tiempo y de voluntad, quizá más de lo segundo. La voluntad es una asignatura que comenzó a suspender la noche de agosto en que descubrió que los castillos de naipes podrían volar con sólo abrir una ventana. Ahora, bajo la cálida luz que nacía de la mesita y el silencio de la playa cercana, besaba despacio una copa de Ribera del Duero. La sangre de la tierra. Bendita la uva de entre todas las creaciones del universo. Busca su postura ideal; espalda bien apoyada, piernas recogidas y los pies bajo un cojín. Una mano hace el ademán de masajear un poco sus cansadas piernas. Ya no hay estrés, ni trabajo, ni ruidos molestos a su alrededor.
 
     Toma la copa, la acerca a sus labios, siente fluir el vino por su garganta y respira.
 


Fotografía de Lydia Fernandez Tapia (@lydia_fdz)