El la sorprendía a cada minuto, sus trucos de magia la tenían tan embelesada que apenas guardaba un gramo de aliento para sí misma. En ocasiones era una carta adivinada de entre un millón, otras hacía aparecer flores de jarrones vacíos, incluso, una noche de agosto, agotados tras una sesión de pleno sol de verano, adivinó sus pensamientos... todos.
Ella disfrutaba de la magia de su mago particular. Contaba los segundos hasta la llegada de un nuevo número; hasta que un día, en pleno show, no pudo evitar preguntarle:
- Todo eso que tú haces... en realidad no es magia, ¿verdad?... quiero decir... todo debe ser un truco, imagino.
- Si te dijera que estás en lo cierto, ¿pensarías que no soy mágico?
- Si me dices que todo encierra truco pensaría que siempre me has engañado.
Muy bueno y ocurrente.
ResponderEliminarSaludos
Muchísimas gracias. Hay que sacar conclusiones.
Eliminar"No seas absurdo, me regaño, está explicación nadie te la pidio. Así que guardatela. Me pone enferma tanta sinceridad"
ResponderEliminarA veces las explicaciones sobran, pero lo olvidamos con facilidad.
Sabina anyway
Eliminarmenudo dilema....
ResponderEliminarbesos.
Es lo que tiene la magia...
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