Igual que el azar lanza corazones o
bastos sin orden ni concierto, a mi teléfono se mandaban llamadas de SOS: Amigo,
te juro que lanzo al aire mis monedas pero siempre sale cruz. La suerte es
esquiva, se puede buscar pero ella prefiere jugar al despiste y marcarse
faroles que hacen tambalear la conciencia más firme. Es por eso que, si no
sabes marcar tus cartas, corres el riesgo de perder, como perdía ella, en cada
apuesta en las que el margen de error solía ir en su contra.
Pero como cuento, la fortuna va y
viene. Es algo que sabemos porque nos lo dijeron una vez pero que pocas veces
creemos.
-
Prueba
otros dados
-
No
encuentro dados con los que formar algo.
-
Prueba.
Entonces ella cava una trinchera
donde huele a romero y el agua fluye entre almendros en flor. Busca su premio.
Sigue rascando.
Y a la fuerza ahogan. Y las mareas
cambian como cambian los colores del cielo en cada estación. Y lo que ayer quemaba
como el viento de poniente en julio, hoy es un levante que silba fresco. Y donde antes había
precipicios, hoy ves trampolines donde jugártelo todo a doble o nada en un
salto mortal.
Y El Kanka pone banda sonora a su
vida como una arenga en la final del
campeonato “No pasa nada, quiero
afirmarlo: ante la duda, hazlo.”
Porque un órdago es un órdago y no siempre
lo importante es participar.
Así se encaran las nuevas partidas,
llenando las tardes de tableros en los que enrocar Reyes y comer Damas. Una
tras otra, las que el cuerpo pida y el destino regale, y transformar los SOS en
fiestas de guardar a cada llamada.
-
Amigo,
esta partida la gano
-
No
tienes rival, Babucha.
(fotografía de Michelle della Guardia)
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