Cuando salgo de casa, temprano, por la mañana; cuando vuelvo a comer; si salgo a hacer alguna compra; cuando regreso de ver a mis padres; los días de lluvia; las noches que llego desafiando a la resaca de la mañana siguiente; las vísperas, las fiestas de guardar; el primer día de otoño y el último de invierno; el primer viernes de cada mes; durante la época de exámenes; en la semana de feria; cuando el Málaga gana… y cuando pierde… ahí, detrás de los pequeños árboles del muro de la iglesia, ahí… escondido (puede que de vergüenza o puede que de frío) está siempre él. Siempre. Todos esos días. Incluso cuando no lo vemos y decimos a voz en grito “qué a gustito se está ahora en casa”, él está.
Lo que pasa es que no lo vemos… o lo esquivamos.
Qué raros somos los humanos, la verdad.
Salud para tod@s
yo lo digo siempre a voz en grito.... soy muy casera, tanto que los domingos que es mi día de descanso en vez de salir a la calle es que ni siquiera me quito el pijama en todo el día!!
ResponderEliminarbesos.
A saber quien es él. (Te ha faltado ese detalle. No tengo ni idea si hablas de un árbol o de una persona. No sé identificarlo y puede que el texto, según lo que yo piense sea enternecedor, si es un árbol o un perro, o dramático, si es una persona.)
ResponderEliminarMe estoy liando, como siempre.
Lo he vuelto a leer. Si está escondido y puede que sea de vergüenza... ¡Es una persona! Y... ¿tanto tiempo se puede esquivar a una persona?
EliminarLo dicho.. Me callo.
Bubo, en efecto, es una persona. Probablemente con las capacidades mentales afectadas pero con el mínimo amor propio para parapetarse entre cartones y unas sábanas que alguien le habrá conseguido de Carlos Haya.
ResponderEliminarY sí, se puede esquivar tanto tiempo como a los demás nos interese no ver esa realidad... es jodido, pero es así.