Te he imaginado en cien lunas,
en seiscientas noches y en mil orillas.
Te he creído cerca del bosque,
bajo las ramas cargadas de hojas secas,
cansadas de vivir una eterna primavera.
Te pensé junto a los ríos,
desnuda con tu cuerpo de niña
entre unas rocas como un afluente liberado.
Quise soñarte en una extensa llanura,
fértil como tierra nueva que desea brotar.
Única. Impía. Desatada.
Pero estabas en el atardecer del verano,
entre el color rojo y la oscuridad del no saber,
agazapada,
cada día al final de la tarde.
Te dejo un saludo y un aplauso, bonito poema.
ResponderEliminarMe encanta recibirlo sobre todo de una persona tan bonita como tú. Un beso, Laura
Eliminarel romance con la vida
ResponderEliminarabrazo
Qué placer leerte (y que me hayas leído). Otro abrazo para ti.
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