Las cafeterías cerradas. Mi vecina Lola baja al patio con dos tazas de café y unas galletas y las pasa a través de la reja a su hermano y a su sobrino, que acaban de salir del médico y no han desayunado aún. Eso ocurrió a las 12 y cuarto del mediodía.
A las 12 y cuarto de la noche sigo notando el mismo nulo ruido ambiente que durante el resto de la jornada, confiando en que el personal no se canse y no decida salir despavoridos de sus casas cualquier día de estos.
Me llama la atención la cantidad de cosas que rondan tu cabeza en momentos como este: la salud, la seguridad, el futuro... el pasado.
Sigo soñando con salir y abrazar a la gente. Queda menos.
Salud para todos
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