Me encantaría que visitaras también mi otro Blog; un espacio donde dejo mis fotografías; "EL MUNDO SE EQUIVOCA" (http://sequivoca.blogspot.com)
"HAY PERSONAS QUE MARCAN UN ANTES Y UN DESPUÉS, CONVIRTIENDO EN UN REGALO EL AHORA (Luis Bueno) - julio, 2020


domingo, 19 de julio de 2020

Veneno en la piel V

     Me gusta compartir mis fotos con la gente que aprecia el esfuerzo y las ganas por hacer algo, siempre, desde el cariño. Por eso, cuando hago alguna sesión o recupero una foto para editar, suelo acudir a mi amiga Susana que es el termómetro de la sensatez y de mirar más allá de lo que una instantánea puede ofrecer. Una vez, después de un intercambio de textos y de comentar algunas fotografías me preguntó acerca de mi formación en esos campos.
- ¿Formación? Sólo un par de cursos de esos de internet para aprender a manejar la cámara y poco más. Algunos tutoriales sueltos y mucha voluntad. Lo mismo me pasa con lo que escribo. De todos modos -quise liquidar el tema- tampoco considero que lo mío se pueda de nominar "arte".

- Mira, Antonio -cuando ella cambia de registro es porque se avecina una frase de esas de apagar la luz, cerrar las ventanas y salir corriendo- lo tuyo me recuerda mucho a una canción de Alejandro Sanz.

- Mal vamos

- No, escúchame. La canción dice "Yo no tengo el arte, lo que tengo es algo que en la piel me he tatuado: ALMA"

     Ahí lo vi claro. Esa fugaz sensación de que ha pasado algo por delante de tus ojos y por un segundo te ha dado un poco de esa luz que buscabas. 

     "Pues eso es, mi próximo tatuaje será ALMA", con todos los matices que pueda contener una grafía, con toda su espiritualidad y toda su miseria, porque, quizá así sea yo: un alma con espiritualidad, con miserias; con creatividad, con oscuridades; con esperanzas, con miedos. Un alma que espera no bajar de este escalón que tanto esfuerzo le llevó escalar. 

     Salud para todos.

(Fotos: @pecoan)

viernes, 10 de julio de 2020

De madrugada

     A veces, sólo a veces, desearía detener el tiempo y dedicarlo sólo para mí y para mis sueños estratosféricos, esos que se esconden siempre entre fotografías a medio plantear o novelas aún sin escribir. Vivir abrazado a esta siniestra sensibilidad que me vuelve vulnerable cada madrugada y ancla mis pies, inseguros y torpes.

     A veces, muy pocas veces, me gustaría no voltear la mirada, pero la volteo para indagar, para culpar, para exigir explicaciones del porqué o del porqué no, para encontrarme cuando me reconozco perdido y limitado, para hacerme estatua de sal, para rescatar un recuerdo, para asesinar un olvido.

     Y es que, a veces, algunas veces, me disfrazo de héroe para expandir mi ego y condeno a mi villano a bajar su cabeza. Y es ahí, en esas escuetas veces, cuando volvería a darle cuerda al reloj.

lunes, 11 de mayo de 2020

Domingo. Día 58. Continuará.

     Esta mañana de lunes, 11 de mayo, como ya os comenté, cierro este pequeño diario de pandemia, espero que para siempre. Ya hay ciudades que han pasado de fase, aquí en Málaga seguimos en la CERO, que es la primera aunque se llame CERO y me consta que los sanitarios de primera línea están más que satisfechos de este estancamiento de fase; llevan dos meses -en realidad más- jugándose la vida ante posibles infecciones, desconocimiento de a qué se enfrentaban, faltas de medios técnicos y humanos, etcétera, como para que ahora nos vayamos a tomar el sol a la playa en masa y repuntemos el virus, que repuntará, sin duda, pero que nos cogerá algo más resabiados, espero.
 
     Cierro este diario con pocas esperanzas de cambio, la verdad. Los españoles hemos demostrado ser tan graciosos como egoístas. Igual animábamos al vecindario con música o con juegos que nos echábamos como lobos al supermercado a arrasar con el papel higiénico -¡Sálvese quien pueda, pero con el culito limpio!- 
 
     A nivel político hemos sido la vergüenza mundial, es mi opinión. Y aunque aquí, todo el mundo es del Madrid o del Barcelona porque lo de pensar no se lleva, aún quedamos algunos que no damos la cara por nadie, porque nadie la va a dar por nosotros. Hay que ser muy tonto, hasta límites insospechados para pensar que uno es mejor que otro, al menos en España eso, a día de hoy es impensable. El Presidente: inútil, egocéntrico y pesado. Iba a decir que el peor presidente de la Historia pero es que aquí tenemos una lista de grandes genios presidenciales; el vicepresidente: falso como él solo y cobarde como pocos; Por favor, con lo que molaba cuando iba a las tertulias y lo razonable que era todo y ahora es un personaje dentro de un personaje. Absurdo a la enésima potencia, vamos; Casado: Otro inútil que critica el plan A sin ser capaz de ofrecer un plan B (muy típico de los cuñados) y que pierde las mejores oportunidades (muy cuñadil, también) en todos los sentidos. Arrimadas: Más perdida que el barco del arroz, dando bandazos buscando el senderito cuando el senderito no se busca, se hace. Con lo buena muchacha que parece y lo torpe que la ha vuelto ser la líder (aunque no hay líder no-torpe, demostrado). Abascal: El listo a las tres que no es capaz de dar un paso si no es provocando y alentando al pueblo, sacando el machote que lleva dentro y montando numeritos como el de la izquierda y los homosexuales, todo muy lógico de la pandemia que vivimos. Por cierto, que alguien le diga a este hombre que españoles somos todos; los Independentistas, Regionalistas, Andalucistas (por lo que me toca), etc... fieles malas copias de sus malos líderes. Inútiles al cuadrado. TODOS HAN SEGUIDO COBRANDO SUS SUELDOS ÍNTEGROS, NINGUNO SE HA QUITADO UN CENTIMO POR EL AUTÓNOMO, NI POR EL DEL ERTE, NI POR LA EMPLEADA DEL HOGAR. NINGUNO PORQUE A NINGUNO LE INTERESAMOS EL RESTO. A NINGUNO. Así nos ha ido y así nos irá en el futuro.
 
     En estos días se ha alabado mucho a los sanitarios, esperemos que la euforia dure tanto en las instituciones como en los usuarios. Hemos descubierto lo importante que puede ser a la que pocas veces se les hace caso; personal de limpieza, transportistas, personal de supermercados, medios de comunicación, personal de centros de mayores, de discapacitados.
 
     A los músicos, actores, fotógrafos, creativos en general les debemos tantas horas de distracción altruista, tantas canciones para animarnos, tantos directos de Instagram, descargas de obras de teatro, etc.
 
     Se ha criticado a los maestros, curioso (hasta aquí mi opinión sobre este tema), a estos también se les puede seguir azuzando, total, todo el mundo sabe de todo...
 
     Algunos han descubierto lo importante que es para las personas con discapacidad la vida cotidiana y han luchado por sus salidas a la calle, por ejemplo; otros, en cambio, sólo saben luchar por sí mismos y hasta eso lo han criticado.
 
     ¿¿He dicho "criticar"?? ¿¿Ese verbo se usa aquí?? -modo ironía "on"- Aquí todo nos viene mal, todo. No hay nada que se haya propuesto,  proponga y propondrá, que guste a la mayoría, siempre tendremos un inconveniente.
 
     Por eso, lo único que espero de esta epidemia es que pase pronto, no espero nada más. Ni vamos a ser más solidarios, ni más creativos, ni mejores personas. Nada de humos. Seremos iguales o peores porque nos gusta ser así y no tenemos planeado cambiar, que cambien los otros, si total, el que tiene la razón siempre voy a ser yo.
 
     En fin, un panorama desolador con muchísimas vidas dejadas en el camino de lo que era una gripe, sólo que un poco más fuerte, poco más; con miles de familias rotas de manera inesperada, con millones de empleos destruidos y otros tantos en el aire, con una economía derruida y desolada en todo el planeta.
 
     Eso es lo que espero, que pase pronto. Y aún no ha llegado lo fuerte a África, que ojalá no llegue porque si es así, allí las consecuencias van a ser horribles.
 
     En fin. Por todo esto tengo ganas de cerrar este diario, con el que me he reconocido tan ruin como el resto de la humanidad, donde escribiendo me he dado cuenta de lo injustos y egoístas de la mayoría de mis pensamientos, pero que celebro haber sido capaz de sentarme y escribir para conocerme una mijita más, y a fe que lo he conseguido. Lo que me temo es que aunque este diario concluya aquí, lo malo continuará, todo lo que daña continuará.
 
     No quiero más diarios, no quiero más pandemias. Sólo salud. Salud para todos.

domingo, 10 de mayo de 2020

Sabado. Día 57. Hueco

     Sí, efectivamente. Si miras bien hay un hueco en esta lista de entradas con número y apellido. Falta el viernes, día 56. Escribo a día pasado y por tanto, el viernes lo debía haber escrito ayer, sábado, pero me auto-regalé el no escribir y el no hacerte leer. Ayer, en plena pandemia y en pleno confinamiento y en plena Fase 0 tuve la suerte de celebrar un añito más: ¡¡46 para el saco!!! Una pasada de años que me cuesta unir a mi persona porque imagino que ninguno se ve con la edad que tiene en realidad, siempre piensa que el DNI tiene demasiada prisa y puede que sea así. El mundo va demasiado rápido y tengo la impresión de que me cuesta alcanzarlo, llego siempre tarde al paso que ha dado antes él y cuando parece que lo voy a alcanzar, pega otro arreón.
 
     El día de ayer fue tan bonito que no quise parar a pensar en esta situación que vivimos, tan incierta, tan inestable. Soy una persona afortunada que tiene de todo y, por ahora, goza de una "mala salud de hierro" lo que me permite disfrutar y ser agradecido por cuanto me rodea, que no es poco.
 
     No quiero entrar en detalles que quizá no interesen así que cerraré mi comentario de hoy frente a la pantalla de este ordenador peleón y a veces demasiado lento para daros las gracias a todos los que hacéis que mi vida sea preciosa, sin más adjetivos innecesarios. Quizá algún día sepa devolveros tanto como me dais. Paciencia que llegará, seguro.
 
     Salud para todos.

viernes, 8 de mayo de 2020

Jueves. Día 55. Valoraciones.

     Madre mía, ¡¡cómo están los ánimos entre los que piensan que es bueno permanecer encerrados para evitar contagios y los que piensan que debemos salir porque es nuestro derecho!! Que digo yo que, si tuviéramos cabeza ya podríamos estar en la calle hace semanas, pero es que no hay cabeza... no hay. Pero también pienso que estar encerrados nos priva de demostrar si hay cabeza o no.
 
     Pero, ¿y si salimos y no tenemos cabeza y lo que viene es peor?...
     Pero, ¿y si salimos y no pasa nada y pensamos que hemos sido imbéciles por privarnos del aire?
 
     Ojú, cuanta complicación y para colmo, ayer, jueves, comentaban que cada región, comunidad, ciudad, patio de vecinos,... saldrá a su ritmo según una valoración sobre una estimación basada en una propuesta de unos representantes. ¡Qué dificultad de todo!
 
     Ojalá salga todo bien, ojalá salgamos y todo vaya bien.
 
     Salud para todos.

jueves, 7 de mayo de 2020

Miércoles. Día 54. Sueños

     Oye, ¿tú recuerdas tus sueños por las mañanas? Me resulta extraño que yo, que siempre fui de sueños enrevesados y con muchas historietas entrelazadas, despierto con la sensación de que no he soñado. Quizá sea también porque duermo poco. En mi época de leer el Muy Interesante me detenía siempre en la parte de la explicación de los sueños, sus mecanismos, etc. Si es verdad que el sueño como tal se produce durante la fase en la que más profundo se duerme, a mi no van a venir ni a saludarme porque dudo que me de tiempo a llegar a esa fase. (Perdón por usar la palabra "fase")
 
     Estoy hecho un búho, me duermo tarde y me despierto temprano; claros síntomas de la edad y de que situaciones como estas me quitan las ganas de dormir. De jovencito dormía un montón y soñaba más todavía. En mi época de facultad tuve un sueño recurrente en el que yo me veía sentado en una prado parecido al de aquella mítica pantalla de Windows cuando, por detrás una colina, aparecía un avión blanco con la panza roja, volando muy bajo por encima de mi con un ruido horrible, y se alejaba escondiéndose tras otra colina. A continuación, al fondo, aparecía una inmensa columna de humo negro. No sé cuántas veces soñé aquello. Si digo 20 quizá me quede corto. Lo peor es que llegó un momento en el que yo veía aparecer el avión en mi sueño y ya sabía lo que iba a pasar y eso me generaba muchísima angustia.
 
     Pero ahora, nada de nada. Ni prados, ni aviones, ni fase REM, ni nada de nada. Ahora sólo ratos muertos sobre la cama, imaginando el día en que todo vuelva a parecerse a la normalidad de antes y con un reloj luminoso a mi lado que me indica que, efectivamente, esa noche voy a dormir poco. En fin...
 
     Salud para todos.

miércoles, 6 de mayo de 2020

Martes. Día 53. Caídas

     Informaba una chica muy sonriente, como si acabase de salir de un tupper-sex, que el descenso en fallecidos (como el que habla de balones empeñados detrás de alguna tapia) había bajado por segundo día consecutivo y que esa caída era el augurio de buenas noticias para la desescalada. "Desescalada" no es una palabra nueva, mi hija María, con 6 años, en un viaje a Cazorla subió por una piedra al grito de "¡Mira cómo escalo!" para a continuación, bajar diciendo "¡Mira cómo desescalo"! así que no se me pongan supremos los señores del Gobierno, que ese término ya existía, al menos en mi casa.
 
     El asunto de las caídas, no siempre es positivo. La caída de los malos datos es una buena noticia, pero, aunque reitero la infinita suerte que tengo por vivir en tan exquisitas condiciones, el paso de 53 días sin poder interactuar con tus compañeros de trabajo, sin poder abrazar a tus padres, sin tener, al menos, la rutina para la que tantos años llevas entrenándote, puede provocar otra caída. La del ánimo.
 
     Curiosamente, ayer, martes, la sentí de manera intensa por primera vez en este confinamiento. Sentí esa "incomodidad" de no ser el que estaba acostumbrado a ser, ni una décima parte de mi y eso me pasó factura haciéndome estar más nervioso.
 
     No quiero ni pensar en el que ha perdido el trabajo, la casa... el que, de verdad ha cambiado su vida por completo y siempre para peor, porque ellos sí que requieren mi atención y este pensamiento de ahogo que me ronda se vuelve un poco más absurdo en comparación con la vivencia que cada una de estas personas está afrontando estos días. Esas vivencias son también caídas (las más grandes), que, ojalá seamos capaces de eliminar cuanto antes entre todos.
 
     Pues eso, yo venía a hablar de mi libro y por el camino he visto a gente que no puede ni leer y es que, esto, es una mierda muy grande.
 
     Ojalá pronto salud para todos.

martes, 5 de mayo de 2020

Lunes. Día 52. Puntualidad.

     Con puntualidad británica, cinco minutos antes de las ocho de la tarde, ella se acerca a su ventana y desliza la hoja por el rail de la cristalera, ya antigua y estropeada por el paso de los vientos y los besos del sol. Asoma un poco la cabeza para controlar el escaso vaivén de criaturas andantes bajo ella y elige una postura en la que su camisa, de un blanco único, llame la atención de aquel vecino que la saluda a diario.
 
     Con puntualidad británica, cinco minutos antes de las ocho de la tarde, él apura el café que se le ha quedado frío mientras sube y baja el pasillo de su piso haciendo no sé qué cosa de última hora. Él, que convirtió la procastinación en su filosofía de vida, ha aprendido a priorizar y antepone ese momento a cualquier otro. Para esto no hay excusas y sale a la terraza cubierto de ganas con la esperanza de que su vecina estuviese allí, haciendo cotidiano el ritual encuentro.
 
     Con puntualidad británica, cinco minutos antes de las ocho de la tarde, ambos se regalan un saludo. Dos mundos distantes años luz que se aproximan cuando, desde algún perdido rincón de la calle, unas manos anónimas comienzan a “tararear” la música de los aplausos que es imitada por otras manos que, a su vez, provocan el contagio de otras y de otras y de otras más hasta que llegan a su terraza para que él, con un gesto de solidaria satisfacción la mire, desde el otro lado del universo y la invite a aplaudir también. Ella devuelve la propuesta con una sonrisa tímida y un palmeo, tibio al principio pero afianzado poco tiempo después, acompasando su latir al de su vecindario y sabiéndose el centro de atención de aquel hombre del otro lado de la calle.
 
     Puede ser la camisa blanca, puede ser la agradable temperatura y la leve brisa que mece las nubes de un atardecer rojizo y primaveral. Puede ser que esos planetas tan lejanos hayan decidido detenerse al tiempo. Mientras todo sigue su cauce y la evolución se prolonga y las estaciones pasan una tras otra, el cosmos se ha tomado un respiro entre un balcón y otro justo al acabar los aplausos. Se escuchan ventanales que recorren ruidosos su camino hasta cerrarse y chocar estrepitosos al encuentro, se escuchan los pasos de unos chicos que corren, sudorosos, desordenados, por entre los árboles de la calle y se escucha también el silencio de un vecindario que, tras más de cincuenta días ha aminorado la tensión de este momento para transformarlo en un gustoso trámite.
 
     Él y ella mantienen, con disimulo, sus cuerpos a la vista. Él hace como que mira el pasar de algún coche, ella enciende el que promete que será el último cigarrillo del día. Cualquier excusa es buena para mantenerse frente a la persona que les ha dado la vida en vida, en mitad de una pandemia, de la manera más inesperada, conscientes de que todo pasará y que, cuando ese momento llegue, sus vidas serán diferentes pero aprendiendo a ser felices de mantener, al menos, este instante cómplice.
 
     Como quinceañeros que no saben acabar una llamada telefónica, de lado a lado de la calle se duda acerca de quién será el primero en cerrar la ventana. Cuando esto ocurre, cada cual sigue con su aplauso interior. Él sonríe satisfecho y se autoproclama campeón del mundo en el amor, celebrándolo mientras se sirve una copa de vino. Ella sonríe satisfecha cuando pasa ante un espejo donde se ve preciosa con esa camisa que decide entreabrir y dejar que la imaginación haga el resto del trabajo.
 
     Esto es cuarentena también.

lunes, 4 de mayo de 2020

Domingo. Día 51. Sufriendo

     Me estoy planteando una fecha para acabar este diario de confinamiento. Si todo marcha bien, el próximo lunes 11 de mayo lo daré por terminado y ojalá, también por olvidado. Esto ha sido demasiado trágico pese a que mucha gente haya frivolizado con el tema de la pandemia. Realmente, estar en la piscina de tu casa o en tu parcelita y mandar fotos en las que pones cosas como "no se está tan mal de pandemia" o "qué bien me ha venido este virus para descansar" me parecen de un cinismo y un egoísmo supremo, por no hablar de la falta de respeto hacia los que han sufrido en sus familias el dolor de perder a alguien por el virus.
 
     El "Aquí, sufriendo" tiene gracia en su momento, y cuando la tiene porque por norma general sólo se ríe el gracioso. Nos gusta enseñar lo que somos y lo que poseemos ya sea un chalet de lujo o un culito respingón, lo interesante es ser visto y admirado, para quien admire eso, claro.
 
     Soy un fulano raro, pero admiro mucho más un cerebro que me ofrezca una charla eterna y se me pase tan rápida que pareciera de diez minutos que al que me regala las vistas de su mueble bar a pie de césped. Me da rabia cómo jugamos con el tener olvidándonos al que no tiene usando la excusa de que "ya estamos otra vez con el discurso demagogo". ¡¡Vete a la mierda si para ti la demagogia es pensar que no todo el mundo tiene la misma suerte que tenemos algunos!! Es más, vete y de camino te llevas a los de tu calaña a ver si así dejo de creer que es necesario que haya pobres para que existan los ricos.
 
     Y por esto, entre otras cosas, porque este confinamiento ha destapado más de una carta de gente que ha demostrado que la solidaridad no va con ellos y no me apetece alargar sensaciones así (paso de discutir con cualquiera y con este tipo de gente, más aún) creo que el diario este debe ir cerrándose. Afortunadamente parece que este confinamiento ha ido funcionando y el futuro más cercano se comienza a ver diferente por lo que ya no será necesario ir contando días, prefiero contar otras cosas, la verdad.
 
     Mientras tanto, seguimos añadiendo sueños y esperanzas y, al menos yo, ando cogiendo fuerzas para que el día que pueda, estrujar de un abrazo a esos dos o tres (o cuatro o cinco) a los que tanto echo de menos.
 
     Salud para todos.

domingo, 3 de mayo de 2020

Sábado. Día 50. Semi-libertad

     Era como el primer día de rebajas, pero de los de antes, con un montón de gente yendo y viniendo a ritmo acelerado calle arriba, calle abajo. Parecía que habían abierto las puertas y azuzaban al personal a salir huyendo, como si Gárgamel les persiguiera. Gente con prisa, y sin ella, recuperando su porción de acera perdida cincuenta días atrás, con sensación de semilibertad y victoria asegurada.
 
     Ana estaba de guardia y no pudo ponerse las zapatillas aunque, por ahora cree que va a esperar a que pase la corriente un poco antes de dar una carrera por ahí. Susana se olvidó de que llorar y correr a la vez eran actividades incompatibles pero dio por buena la mezcla mientras olía el campo, vivo otra vez. Víctor dice que con él no cuenten hasta que pueda volver a hacer surf, que no quiere lesiones tontas porque para él una ola es mucho más importante que una calle.
 
     Sara subió a Gibralfaro y volvió a enamorarse viendo la imagen de la bahía de Málaga a sus pies y, sabiendo lo disfrutona que es, la imagino pensando que la vista era estupenda pero que le estaba faltando un vasito de vermú de barril. Manuel salió tempranito a aprovechar el calor mañanero, con su reloj pulsómetro presumía orgulloso de la caminata que se había dado, casi sin esperarlo, cargándose las pilas a base de sol.
 
     María paseaba por la zona de Huelin cuando Ana llegó en su bicicleta, con una mochilita donde guardaba el pedido que María hizo justo la semana antes del confinamiento y que, hasta ayer, no pudo tener en sus manos. Les pudo la risa y la emoción de volver a verse aunque fuese de esta manera, pero se tenían que encontrar, reírse de todo y llorar por menos.
 
     Yo también tuve mi ratito de escape, lo confieso, ya a la noche, cuando casi no quedaba gente por mi barrio salvo cuatro o cinco despistados y alguien tirando de un perro flojo.
 
     Todo huele diferente ahora. Ojalá esto dure mucho tiempo así.
 
     Salud para todos.

sábado, 2 de mayo de 2020

Viernes. Día 49. Mil

     Nunca creí que este blog llegase a las MIL ENTRADAS y menos que la escribiese en mitad de un confinamiento casi mundial y es que, aunque en la foto de cabecera cite los diez años del blog, en realidad está a punto de cumplir los trece. Fue en 2007 cuando Curro me inició en este juego de pensar en voz alta en una plataforma que ya ni existe y de la que salí porque a las pocas entradas me prohibieron publicar una foto de una espalda desnuda porque atentaba contra el pudor. Así me dejé caer en Blogspot, donde escribí mensajes de agradecimiento a los amigos, lloré mas de una y más de dos penas, conté algún secreto sin que nadie supiera que lo hacía, me deslicé por la línea estrecha de la soledad, publiqué poemas y fotografías con más miedo que vergüenza, pequé (y mucho) de pensamiento, palabra, obra y omisión, lancé gritos desesperados por escrito, que no podía dejar salir de mi cuerpo a viva voz, jugué a ser escritor, político, filósofo, poeta, a ser "entretenedor" en general.
 
      Viví intensamente una vida que no tenía pronóstico favorable en el mundo real, aterricé en planetas donde sólo he estado yo para mostrarlos aquí, por si alguien los quería conocer, aseveré mentiras y mentí en cada verdad, dormí al raso de los sentimientos en muchas de estas entradas, intenté colorear frases con esta limitante dificultad mía de no distinguir ciertos colores... Canté en La Botica, luché en un Centro donde los que mandaban nunca nos valoraron, volé en asiento de pasillo, viví conciertos únicos, caí y me levanté de aquella bendita depresión, nadé en el Mediterráneo, en el Atlántico y en el Cantábrico, besé y me besaron, abracé y me abrazaron, abandoné y me abandonaron.
 
     Mil entradas de vida, de caminar descalzo para enterrarme bien en el suelo que pisaba, de tomar impulso cuando las subidas se hacían eternas y de rodar cuando la caída era inevitable. Mil entradas de amigos, de trabajo, de discusiones y de reconciliación. De tocar el cielo. De probar lo más hondo. Nada más y nada menos que mil.
 
     Y ahora por compartir, me veo compartiendo este día a día de aislamiento social. "Escribir en una pandemia", podría ser el título de una novela, si alguna vez me lanzara a ello. Escribir como ejercicio de desahogo interior para vomitar con un teclado lo que tu boca no sabe pronunciar con naturalidad.
 
     Es en este momento me acuerdo de ti y de ti. Y de ti. Y de ti. De todos vosotros que me habéis acompañado en silencio o a viva voz en este tiempo bloguero. A los que un día llegaron para quedarse, los que jamás volverán y hasta los que me reñían cuando decía que abandonaba esta tarea. Creo que este invento es maravilloso y ojalá me dure por muchos años. Mientras alguien en el mundo me lea, este blog seguirá latiendo.
 
     Es curioso, escribir hoy, el día en que empezamos a salir de nuestro letargo en las casas para llenar las calles de gente que jamás ha hecho deporte pero que ahí van, luciendo sus palmitos en pantalón corto (y me parece fenomenal!!). Marcar esta cifra el día del comienzo de la vuelta a la "libertad". Es muy curioso.
 
     Nunca fui escritor, pero qué cierto es que escribir, a mi manera, siempre me ha hecho libre. Ojalá mil entradas más y que tú me sigas leyendo por entonces.
 
     MIL GRACIAS POR TU LECTURA Y TU COMPAÑÍA.
 
     Salud para todos. 

viernes, 1 de mayo de 2020

Jueves. Día 48. Abril

     Ayer, jueves, fue el último día del Abril que pasará a nuestra historia como el mes que nunca existió y en el que ocurrió todo. El caso es que llevo varios días acordándome de Sabina y de sus letras. Será por lo de "¿quién me ha robado el mes de abril?" y la verdad, no estoy para culpar a nadie porque me faltan conocimientos y no tengo la carrera de abogado. Quizá me haga sentir mejor si pienso que, en lugar de un robo, ha sido un tiempo de coma voluntario, una crisálida tan incierta que hasta me planteo dejar en el trastero, no sea que tenga que acudir a ella próximamente. Ya da igual quién fuera el culpable, "ahora es demasiado tarde, princesa".
 
     También pienso en que "el campo estará verde, debe ser primavera", que es una suposición que me ronda y una duda interna: ¿Cómo estará el campo? No salgo de mi entorno y el cuerpo me pide abrirse ya. Mirar con otros ojos y descubrir los cambios que haya podido haber unos metros más allá de mi limitada realidad. Será que "ahora tengo un alma que no tenía" porque algo nos ha cambiado en estos meses por dentro y necesitamos darle alas.
 
     Por supuesto, recuerdo su famoso "19 días y 500 noches" que pasó de copla popular a premonición que se quedó corta y que, de prórroga en prórroga nos fuimos perdiendo en disputas y desacuerdos, haciéndonos "peces de ciudad... en una playa sin mar" y "enemigos íntimos".
 
     Echando de menos a los que tenía cerca y no me daba cuenta de lo importantes que eran para mí. Yo, que durante tanto tiempo fui huraño por decisión propia "este hacerte mayor sin delicadeza" me obliga a recordarlos pensando eso de "así estoy yo sin ti" y ya estoy en un punto en que cuento los minutos, es como un síndrome pre-vacacional en que las ganas de expandirse no pueden vencer a las obligaciones del momento. Pero llegará pronto el día.
 
     Afortunadamente nos queda la música, la poesía, la creatividad, la fotografía, la literatura para suplir el robo de cualquier mes. Afortunadamente nos quedan "más de cien palabras, más de cien motivos para no cortarse de un tajo las venas. Más de cien pupilas donde vernos vivos, más de cien mentiras que valen la pena."
 
     Feliz Mayo y salud para todos.

jueves, 30 de abril de 2020

Miércoles. Día 47. Hámster

     El hámster giraba en la noria de su jaula impulsando con diminutas patitas el movimiento circular, infinito, de un cosmos efímero de apenas once centímetros de diámetro. Impulsaba pero no avanzaba y, al tiempo, disparaba sus latidos con el propósito de llegar a algún sitio sin saber que corría en una jaula dentro de una jaula. El hámster era tranquilo, roía frutos secos y miraba a través de las rejas, volteando la cabeza al compás de los movimientos de unos mofletes hinchados de virutas de pipas y granos de maíz frito. Desde fuera se podría decir que era un ser inferior, desde dentro, él veía la inmensidad.
 
     El hámster era tranquilo pero una mañana dejó la noria por un instante, aún a sabiendas de que era su único hogar. Aprendió a abrir la jaula. Ya había aprendido.
 
     Ahora cada cual que saque su propia conclusión.

     Salud para todos.

miércoles, 29 de abril de 2020

Martes. Día 46. Redondo

     Una vez pregunté a una amiga qué tal había pasado el día. "Redondo, amigo. Redondo" fue su respuesta mientras la cara delataba que debía haber disfrutado con cosas sencillas pero que le llenaron los pulmones de aire para continuar pedaleando en estas etapas de montaña que nos ha traído la primavera. Algo así me ocurrió a mi ayer, martes.
     Fui a donar sangre, de manera que caminé, pasé calor (mucho calor), pasé frío (aunque no demasiado), incluso me cayeron unas gotitas leves de lluvia de vuelta a casa. Me imaginé sonriendo al entrar al portal, con un gesto casi infantil, entre vencedor y disfrutón. Fui feliz durante unas horas y esa sensación de levedad se alargó hasta la noche.
 
     Y sí, sentí el aire entrando, desgarrando (pero con placentera sensación) el corrido desde mi boca a mis pulmones, ensanchándome a momentos y notándome poderoso para mi mismo. Unas horas fuera, en la calle, con Iván Ferreiro cantándome en una sesión privada vía auriculares y el cielo, cubierto de nubes, vacío de contaminación, cubriendo cada uno de mis pasos.
 
     No voy a exagerar, no lo pretendo tampoco. No fue el mejor día de mi vida, ese quizá esté por llegar, pero sí fue un día redondo.
 
     Salud para todos.    

martes, 28 de abril de 2020

Lunes. Día 45. Editar

     Edito fotos. Muchas. Unas mías y otras que me pasan para que las edite, como digo yo "para jugar". Para mi es una terea muy relajante perfilar un ojo, dar sombra a un cuerpo, suavizar una piel, esconder un fondo... Siempre lo hago con música que, dependiendo del momento va desde Quique González a Ludovico Einaudi, pasando por una lista muy molona que hice para mi amiga Ana hace unas semanas.
 
     El caso es que, mientras meto la cabeza en el monitor y voy poniendo y quitando efectos me escapo del mundo exterior, cada día más caótico y con más posibles interpretaciones. Los bandos se bifurcan y cada brote, a su vez, se subdivide. Se van perdiendo las ideas puras para tornarse en versiones y yo, en mi infinito desconocimiento, me pregunto si quitando saturación, añadiendo luminancia y mejorando los tonos no conseguiré mejorar el resultado; me planteo que, si estos archivos que me invaden por las redes llegan en formato RAW (en crudo, que se pueden editar), igual sean susceptibles de variarles la perspectiva, evitar las sombras y borrar la neblina que va dejando en cada reenvío. Me gustaría creer que si invierto los colores, perfilo los contrastes y dulcifico los blancos y negros de las señales que se mandan para herir intencionadamente a quien las reciba, el paso de los días pueda resultar más llevadero, menos agobiante, con más sensación de libertad.
 
    Es lo que tiene ser un soñador, un "buenista" como me dijeron una vez, que acepta todo lo que le llega pero que quiere aportar su granito de paciencia y delicadeza para ver si lo puede cambiar a un estado mejor. No siempre se consigue, pero cuando algo queda realmente bien, siempre hay una voz muy dentro de ti que te dice al oído "¡Boom!"
 
     Salud para todos.

lunes, 27 de abril de 2020

Domingo. Día 44. Diluvio.

     Hace un montón de años, a Dios se le inflaron los humos celestiales al ver que el ser humano, lo más top de su creación, se había vuelto del género tonto y confundía churras con merinas y libertad con libertinaje, de manera que ideó una broma pesada para que quedara en el recuerdo de los pobres mortales la lección de que no eran más que ínfimas partículas dentro del inmenso cosmos. Dicho y hecho, Dios cogió un montón de nubarrones y se dispuso a estrujarlos todos a la vez pero cayó en la cuenta de que podía ahogarse todo el mundo y entonces, lo que venía siendo La Creación famosa, se le iba a quedar en nada, así que buscó a un hombre que andaba con sandalias por el desierto, llamado Noe y le dijo que construyese un barco bien grande y metiese en él una pareja de cada especie animal y a su propia familia. Creo que el error estuvo aquí... en meter a la familia. Noe debía haber muerto tranquilo y solo en lo alto de una peña, eso sí, rodeado de palomas con olivos en el pico, dromedarios, caimanes o tucanes...yo qué sé, ¡¡¡pero sin gente!!!
 
     Ese diluvio salió mal por eso, por la gente. Desde luego, Dios en su inmensa sabiduría, a veces da la sensación de ser más hombre que mujer...no sé si me entiendes. Que lo hizo mal, ya está. Que se coló. Que tenía que haber metido a los bichos y decirle a Noe "y ahora a ti, por lo bien que lo has hecho te mando un flotador influencer con forma de flamenco", pero no meterlo en el barco... ¡por favor!
 
     Nos habríamos ahorrado escenas como las de ayer, domingo, cuando dieron cuartelillo a los padres para sacar de paseo a sus hijos menores de 14 años y parecían las calles el sambódromo en pleno carnaval, con el personal saltándose las normas propuestas (no todos, evidentemente, mucha gente también lo haría bien, pero esos no salen en las noticias).
 
     Ojalá en un mes no vuelvan los repuntes y tengamos que encerrarnos en casa otra temporada por las fantásticas maneras de comprender el respeto y la solidaridad de los que solo piensan que hay que salir a las calles ya, quizá no lo sepan pero hay muchas familias rotas por este virus y muchos sanitarios que han muerto, como para que ahora nos vayamos en tropel a tomar el sol al paseo marítimo.
 
     No es por nada, pero como esto siga así miraré al cielo de vez en cuando y si veo nubarrones muy negros pensaré que Dios está intentando subsanar su error.
 
     Salud para todos.

domingo, 26 de abril de 2020

Sábado. Día 43. Silencio

     Me llegó un mensaje en la media tarde de ayer, sábado, pidiendo que no aplaudiésemos a los sanitarios a las 8, que preferían un minuto de silencio en protesta por sus condiciones laborales, cosa que respeto pero que no cumplí porque yo no aplaudo sólo a los sanitarios, lo cual ya sabes porque te lo he dicho por aquí alguna vez. Pero no sé si fue ese mensaje, que se hizo viral o el aburrimiento de tantos días repitiendo la misma rutina, el caso es que ayer apenas se oyeron aplausos y eso, a mí, me dio mucha pena.
 
     Pensé en todos aquellos, del sector que sea, que se sienten arropados por gente que no conoce, que de manera anónima les dan su cariño. No es más que chocar con fuerza la palma de una mano con la otra, es algo mucho más grande. Pero cada vez se oyen menos, al menos en este barrio mío de gente de edad alta o poco sentimiento solidario o llámalo como quieras, casi no se oye nada. Silencio
 
     Creo que nos queda poco, al menos de este primer tramo de confinamiento, y si he aguantado 43 días, ¿no voy a aguantar un último tirón por todos los que se lo merecen? ¡Pues claro!
 
     Otra cosa no tendré organizada, pero a las 8, terraza.
 
     Salud para todos

sábado, 25 de abril de 2020

Viernes. Día 42. Vecina.

     La veía salir paseando a su perrita a cualquier hora del día o de la noche. Siempre muy abrigada, muy protegida, muy temerosa de cualquier asunto que escapara a su mente. "¡He visto en la parada del autobús a dos muchachas dándose un beso en la boca como si tal cosa!" y agachaba la cabeza en un gesto entre estupor y vergüenza, acelerando el paso por si esa maldad le fuese a atacar de alguna forma, "no sé a dónde vamos a llegar, cualquier día se nos cuelan en el portal".
 
     La perrita pasó a mejor vida pero mi vecina no dejó de zascandilear a un ritmo bastante alto para la edad que debe tener, digo yo que rondando los 80, hasta que un buen día le dijeron que no debía salir porque había un virus en la calle que podía ser letal. Desde entonces, sólo la veo a las ocho de la tarde cuando sale a aplaudir a su terraza, un par de plantas más arriba de la mía, en la torre de la derecha. Protegida, como siempre con su abrigo de paño marrón y una bufanda que aprieta con fuerza contra la boca, no sea que el bicho malo vuele por el aire hasta la tercera planta del edificio y le de por colarse en su cuerpo. Ella no aplaude, nos anima a los demás a que lo hagamos mediante un ritual de gestos incomprensibles con la mano que le queda libre, la cual agita azarosamente, como si nos estuviera lanzando una bendición vecinal... más o menos. Yo creo que es su forma de saludar pero como se le ve la boca, todo es un suponer.
 
     Parece curioso que yo piense esto, pero estoy deseando verla salir de nuevo a la calle, seguramente parapetada en algún trapo grueso aunque eso ocurra en verano, con ese caminar veloz, como cuando vas por la playa y la arena te quema las plantas de los pies, entrando y saliendo del portal con algún comentario hacia todo lo desconocido o nuevo que, para ella, evidentemente, será una amenaza.
 
     Salud para todos.

viernes, 24 de abril de 2020

Jueves. Día 41. Días

     Poco tengo que contar de la jornada de ayer, jueves.Un extraño sopor se quiso quedar conmigo todo el día y me tuvo durmiendo mañana y tarde con el consiguiente trastorno de cabeza, eso sí, me dejó el cuerpo la mar de a gusto. Tengo las tareas del cole hechas, las de la casa, también, ya es repulir sobre repulido y tampoco soy yo Don Limpio como para exigirme gastar una fregona semanal.

     Pero es que esto es así, igual que hay días intensos como para escribir seis blogs como este, como también hay días que pasan casi sin darse cuenta y casi sin pasar nada. Son como esos capítulos de relleno de Breaking Bad, el de la mosca, por ejemplo. Está en la serie y uno lo ve de principio a fin con máxima atención y cuando la serie termina te das cuenta de que, si te hubieras saltado ese episodio, no habría pasado nada. Tal cual el confinamiento.

     Pero eso es mi casa, fuera de ella, donde parece que el clima va cambiando ocurren muchas cosas a mucha gente, se sigue necesitando ayuda, debemos seguir en casa por mucho que haya quien piense que esto es un secuestro de algunos políticos (que le pregunten a los sanitarios de primera linea si es o no necesario el confinamiento) para evitar que este desastre vaya a más, tanto en lo humanitario como en lo social, que ahora se ve que no estaban tan distantes.

     Los días pasan y eso significa que, a la fuerza, quedan menos para volver a vernos.

     Salud para todos. 

     

jueves, 23 de abril de 2020

Miércoles. Día 40. Magia

     Sintiéndolo mucho, creo que se está perdiendo la magia en toda esta película de la que, según mis cuentas, se cumplen cuarenta días hoy, CUARENTA. Demasiada crispación, demasiadas opiniones, demasiados protagonistas y cada vez menos aplausos. Dicen que cuando el río va revuelto, los pescadores van a mansalva a por la captura y veo que algo así ocurre estos días. Se ve la luz al final del túnel y se perciben los codazos entre los de siempre para salir en la foto cuando todo esto acabe, que, según veo también, lo están viviendo como los que comienzan el sprint al final de la etapa llana. Llana para algunos porque para muchos, la etapa ha sido de altísima montaña.
 
     Una pena, se va acabando el sueño, es como el verano en el que habías puestos todas tus expectativas y al mirar el calendario ves que se está acabando agosto y todo sigue igual... pues eso, que pocas cosas van a cambiar. Y lo lamento, pero hay que seguir. La magia para los magos, a nosotros nos salva el mundo real tan cruel a veces, como onírico otras, pero sabiendo que lo onírico no dura más de cuarenta días.
 
     Salud para todos.

miércoles, 22 de abril de 2020

Martes. Día 39. Cuñadismo

     ¡Los niños a la calle!, al menos eso es lo que ha anunciado el Gobierno. Bueno, primero dijo que se podían llevar a los supermercados, a las farmacias y a los bancos, que es, como todo el mundo sabe, lo que más demandan estos pobres críos que están demostrando, en la mayoría de los casos, mucha más madurez que sus padres y mucho menos nivel de cuñadismo. Después, los gobernantes rectificaron (susto o muerte) y permitieron que, en lugar de llevarlos a esos sitios, se les podría sacar de paseo en, ya veremos, qué condiciones. Porque, la verdad es que tiene tarea que puedas sacar al perro y no puedas pasear a tu hijo... vamos, es la humilde opinión de este escribidor que no sabría cómo gestionar una situación como esta (al contrario que veinte millones de españoles que lo saben todo-todo-todo)
 
     Dicho lo cual, imagino que aquí tenemos ooooooooooootro tema más para dar carnaza a los desvividos por la política y sus borregos mientras, los que estamos en casa obedientemente confinados lo único que queremos es volver a la normalidad, sin restricciones ni horarios. A la normalidad de la vida diaria, me refiero, el cuñadismo y sus daños colaterales seguirán aquí por años sin término...
 
     Salud para todos.

martes, 21 de abril de 2020

Lunes. Día 38. Secundarios.

     Hoy vengo a hablarte de otros actores del confinamiento, de esos personajes secundarios en las escuelas, en los parques y en las fiestas infantiles. Los padres y madres de críos con algún tipo de discapacidad intelectual.
 
     Porque mi aplauso de las 8 de la tarde va para ellos también, pertenezcan o no a alguna de esas profesiones a las que mostramos nuestro agradecimiento desde las ventanas. Ellos también son héroes porque, si la vida con estos críos es una carrera de obstáculos, el confinamiento la ha convertido en muros casi infranqueables. Hablo de niños (y niñas, que no se enfade nadie...) que pueden presentar problemas en sus conductas, pueden agravar sus déficits (habla, motóricos, control de esfínteres, autocontrol emocional...), quizá no sean capaces de comprender el porqué de estar encerrados en casa, no puedan asistir a sus terapias complementarias (fisioterapia, logopedia, musicoterapia...), en muchos casos sus padres carecen de medios en sus casas para poder sobrellevar la continuación de la tarea de clase... Yo qué sé. Hablo de la necesidad de tener en cuenta el mérito de estos padres, tan olvidados por la sociedad y sobre todo por esos políticos de mierda que tenemos en este país que sólo saben desestabilizar para beneficio propio (y alentar a sus seguidores borregos) cuando deberían estar ahí para servir a los demás, aunque claro... para qué se van a preocupar de un niño con alguna discapacidad si no les va a votar, si son minoría, si a estos papás con ofrecerles plaza en un público para sus niños ya "tienen bastante".
 
     Hablo de ellos con conocimiento, desde la vivencia cercana, hablo porque ellos ya están cansados de intentar dejarse oír en un mundo donde a la "inversión justa" se le llama "gasto extra" y se les llenan las expectativas con promesas que duran poco o nada. Padres capaces de contarte su situación con una sonrisa aunque por dentro estén cuarteados, porque han descubierto el valor de la entrega al otro y no desean que nadie lo pase mal.
 
     A esos padres y esas madres, que no conocen el descanso, ni la recompensa, ni las vacaciones, algunos ni siquiera pueden emplear la expresión "proyectos de futuro", mi mayor respeto y admiración. A las 8 saldré a la terraza a romperme las manos por vosotros. Es mi forma de demostrar cuánto os admiro.
 
     Salud para todos.

lunes, 20 de abril de 2020

Domingo. Día 37. Astronautas.

     Las niñas nos han enseñado un nuevo juego de cartas que se juega con dos barajas. Si las cartas, por regla general y sea el juego que sea, se me suelen dar mal, imagínate llevar veinte cartas en esta mano que Dios me dio . Se me coge hasta el último tendón de los dedos... no abarco, no doy para tanto, mi mano es muy "porrúa", como decimos por aquí. Pero el caso es pasar la tarde lo mejor y más rápidamente posible y siempre alejados de cualquier foco informativo que nos tiene saturados los sentidos entre números y opiniones, por no hablar de los mensajes de WhatsApp.
 
     Pese a todo, ayer escuché la noticia de que habían llegado a la Tierra unos astronautas rusos desde la Estación Espacial Internacional. Los pobres, después de pasar un montón de meses entre paneles luminosos y comidas en formato gel ahora vuelven para enterarse de que no van a poder salir a la calle, que el CSKA de Moscú no podrá ganar la liga porque han cortado el fútbol en (casi) todo el mundo, que el vodka se lo van a tener que beber en casa y que las vacaciones de verano previstas para Benidorm se aplazan, al menos un año.
 
     Ahora les quedan tres opciones; estar pendiente a los telediarios, jugar a las cartas o cantar el Resistiré en las ventanas así que voy a ir mandándoles la traducción en ruso de las instrucciones que nos dieron las niñas ayer para que pasen su confinamiento terrestre sin tener la cabeza en la Luna.
 
     Salud para todos.

domingo, 19 de abril de 2020

Sábado. Día 36. Percatar

     Ayer fue sábado, pero vamos, como si fuera Año Nuevo, el nombre del día da igual. El caso es que afronté la jornada habiendo dormido más que nunca en esta cuarentena, lo que me dejó la cara hinchada y los ojos achinados más tiempo del habitual.

     Soy consciente de que esta organización horaria, a modo de agenda, que nos hemos planteado está funcionando, afortunadamente, y que apenas quedan huecos para algún pensamiento fuera de lugar, lo cual ayuda a que los días pasen de una forma tan rápida que vayas poniendo cruces y más cruces en el calendario casi sin percatarte. Me encanta el verbo "percatar" y más en su forma reflexiva. No sé, pedradas que tiene uno.

     El caso es que somos más adaptables a los cambios de que los creemos, quizá por costumbre o porque así nos educaron: a no ser capaces de avanzar más allá por miedo a que los cambios nos desviasen de nuestro rumbo o del rumbo que nuestros padres deseaban para nosotros, claro. Lo del "más vale lo malo conocido..." ha sido un mantra que a muchos de mi generación nos inculcaron para evitar fracasos y, sin darnos cuenta, así evitábamos también los éxitos. Me suena esto a cierta teoría psicológica... ¿¿Teoría del logro??, ¿¿Vigotsky??...

     Así que este confinamiento nos está enseñando, entre otras muchísimas cosas a percatarnos de que somos muy capaces, de mil cosas más de las que ponía en nuestra tarjeta de presentación y que, seguramente, tendremos cientos de superpoderes más que jamás lleguemos a descubrir.

     Salud para todos.

sábado, 18 de abril de 2020

Viernes. Día 35. Seis

     Ayer viernes, se cumplieron seis semanas desde que salimos del cole con la fría sensación de que nos enfrentábamos a unos días inciertos de responsabilidad alta e impensable desarrollo. Nuestras miradas lo decían todo sin que nuestras bocas se abrieran siquiera. Salíamos de aquella semicongelada sala de profesores, donde fuimos notificados de las primeras informaciones que llegaban sobre el funcionamiento escolar en las semanas venideras, agachando las caras, sin querer buscarnos porque no sabríamos cómo expresar lo que no terminábamos de comprender. Nos despedíamos, dándonos ya una distancia, alguno deseaba suerte, otro pedía paciencia y serenidad... yo los miraba y asentía.
 
     Hace seis semanas ya de ese minuto en el que salí del edificio con la sensación de que, quizá el lunes volveríamos, aunque no hubiese niños, pero algo podríamos hacer desde nuestras aulas, con nuestros ordenadores o con los teléfonos, sin ser consciente de que no, que cerraba la puerta sin fecha de retorno con todo lo que ello conllevaba.
 
     Y en esas estamos, seis semanas después, sin poner fecha a nada y planes a todo, queriendo y deseando cada vez más lo que tan cotidiano nos resultó cuando no le dábamos tanto valor, riendo por no llorar o llorando sin que nadie sepa que lo hacemos porque no queremos ser otra mala noticia para nadie.
 
     No pretendía bajar tu ánimo ni hacerte pensar más allá. Sólo ocurre que he mirado esta pequeña agenda que vive en mi escritorio entre notas de Photoshop y apuntes de Inglés y he anotado "6" en el sábado 18 de abril. Pero sonrío por la suerte que tengo y tú también deberías sonreír si eres tan afortunado como yo de estar leyendo esto con plena salud y mejores condiciones de vida. Pronto nos reiremos a carcajadas enormes y celebraremos que nos queda mucha vida para seguir aprendiendo a vivir.
 
     Salud para todos.

viernes, 17 de abril de 2020

Jueves. Día 34. Aburrido

     El de ayer fue un día extraño, aunque ocupado como siempre me sentí un poco aburrido. No hice el entrenamiento diario con mi amiga Ana porque creo que me he hecho daño en el costado, algo muscular pero me limita. Estar así ya no me hace tanta gracia y perderme ese ratito de Skype tampoco mola. Ayer me faltó algo o me sobró mucho, no sé, fue un día raro. Estoy empezando a darme cuenta de que un día sin fotografías es un día más hueco y eso me preocupa porque sé que en el futuro no voy a tener tanta fotografía como tengo ahora.
 
     Pero lo que tenga que venir ya vendrá, están las cosas como para preocuparse con asuntos menores. Ahora hay que concentrarse en seguir confinados, esperanzados y pendientes de los que nos puedan requerir, un ojo en la casa del vecino que no puede salir a comprar, un oído al otro lado del teléfono con tus padres, un WhatsApp a tus amigos para decirles que quieres vino y queso con ellos, no sé... un cambio.
 
     Ojalá esto sirviera para cambiarnos de verdad un poco a todos, pero ya te digo que, como diría mi madre, "ni cambio ni cambia"... tiempo al tiempo.
 
     Hoy será otro día. Salud para todos.

jueves, 16 de abril de 2020

Miércoles. Día 33. Sensaciones.

     Hoy he tenido que salir a ponerme la vacuna de la alergia y, a ver cómo lo explico, tengo la sensación de haber vuelto a empezar el confinamiento, pero en sentido positivo. El hecho de salir, tomar aire, R-E-S-P-I-R-A-R... me ha renovado tanto que no tengo la impresión de llevar 33 días metido en casa que, por otra parte no es ninguna desgracia como mucha gente proclama. El hecho de tener casa, luz, agua y hasta comida es más que suficiente para dejarse de tantas memeces y sufrimientos porque, realmente (y por suerte) la mayoría no sabemos lo que es sufrir.
 
     Ayer terminé el día con sensaciones flipantes; caminar por la calle, una cerveza, reírme un rato, los pies fríos, sentir que aunque las cosas sean difíciles no debemos negar que pueden sentirse cosas muy bonitas. No sé... todo eso en una salida, en un rato de libertad que se me hizo demasiado corto pero que me ha dado el aliento para seguir empujando un poco más, porque cada vez queda menos.
 
     Y tú me preguntarás que por qué tener los pies fríos me parece una sensación flipante y yo te contestaré que, pese a que no pueda explicarlo, es grandioso y que sentir (y tocar) los pies fríos, ayer, me resultó tremendo. Así están las cabezas, qué le vamos a hacer...
 
     Hay que seguir, por todos y cuanto antes. Salud para todos.

miércoles, 15 de abril de 2020

Martes. Día 32. Tristeza

     No me gusta ver triste a la gente que quiero por muchas razones que tengan para la tristeza. Ir a comprar y encontrarse situaciones tan poco cotidianas como las colas en los supermercados, tener que buscarse unos guantes o una mascarilla para salir a la calle, plantearte si dejar o no dejar un espacio para hablar con alguien, ver las aceras vacías, echar de menos a otras personas, estar lejos de todo... Esas cosas minan la moral, soy consciente de ello porque a mi también me pasa pero procuro crearme una capa resbaladiza para evitar que lo negativo entre en mi.
 
     Y sé que hay días buenos y otros regulares, que la "normalidad" está en pasear por los dos lados de la vida y salir de ellos más o menos ileso, lo sé, y aún así, mi parte "infantil" sólo desea que nadie esté más triste de la cuenta.
 
     Pronto va a pasar esto, pronto llegará la normalidad que quizá, quién sabe, pueda ser más difícil de tragar que lo que estamos atravesando ahora, pero al menos, cuando la debilidad llegue podremos agarrarnos muy fuerte de la mano y correr por la orilla de alguna playa sin la sensación de ser prófugos de nada.
 
     Mientras eso llega, Salud para todos.

martes, 14 de abril de 2020

Lunes. Día 31. Expertos

     Que había gente que lo sabía todo era algo que nuestra sociedad ya tenía asumido. Siempre recordaré aquella crisis en la que los perros potencialmente peligrosos mataban cada día a una persona y salía la voz del "experto" diciendo "Ese tipo de perros han sido creados por biólogos y veterinarios y no son genéticamente correctos porque..." y se quedaba tan ancho. Al poco comenzaron las infecciones en los quirófanos por otro virus raro y entonces, el experto (el mismo de antes) decía "Es que, lo que deberían hacer en los hospitales es tomar medidas de higiene porque..." y nos dejaba a todos convencidos de su saber.
     También demostraron sus vastos conocimientos en economía durante la crisis de 2008, en estrategia militar durante la guerra de Irak o, rizando el rizo, en maniobras marítimas cuando el Prestige llenó de chapapote la costa gallega.
 
     ¡Qué privilegio el nuestro de compartir universo con ellos y qué desgracia la de ellos, tener que vivir en un planeta donde el 99% de la población  (o al menos los que no piensan de su misma manera) somos unos ignorantes!
 
     Obviamente, en el tema que nos confina tienen el título Cum Laude y como tales ejercen para decir cómo hay que gestionar cada segundo de este caos... ¡Pero no les contrata la NASA! ¡No lo comprendo!
 
     Al menos, nos honran con regalarnos altruistamente sus nuevos conocimientos en estas fechas, como si a nosotros nos interesaran. Ahora nos dicen cómo hacer pollo al curry estilo Wuham… por ejemplo!!  Nos dan la receta, nos explican el proceso... hasta lo cuelgan en internet. También nos regalan tablas de gimnasia tonificadora o nos dan su opinión sobre el libro que acaban de leer, como si tuvieran sillón en la RAE.
 
     En fin, creo que el cuñadismo de este país tiene pocos competidores around the world y, aunque a mi me aburre, veo que ellos son felices. Y si ellos felices, yo también. Mira tú qué bien.
 
     Salud para todos.

lunes, 13 de abril de 2020

Domingo. Día 30. Plan

     A lo tonto, ya llevamos un mes con esta historia y no veo cómo será el final. Pienso en el regreso e imagino que la salida no debería ser como la de los toros en San Fermín (aunque esos también se llamen encierros), puertas abiertas y todos escopetados al bar. Si eso ocurre, los repuntes en contagios van a volver y puede que todo esto haya sido tiempo perdido.
 
      Aún así pienso y hago una lista de toda la gente a la que quiero ir a ver cuando pueda, empezando por mis padres, y de qué manera recuperar los días que nos han robado. Debo seguir pensando, el plan está aún a medias pero no tengo prisa. Creo que no es necesario tener prisa.
 
     Mientras llega el día, salud para todos.

domingo, 12 de abril de 2020

Sábado. Día 29. Trapecio

     Un aviso de la farmacia me dice que puedo pasar a recoger mi vacuna de la alergia, que ya les ha llegado y les digo que pasaré a recogerla en un rato, así que seguimos con el parchís que duraba ya demasiado y parecía que no acabaría jamás. Justo a las 8 María ganó la partida y salí pitando a la farmacia que está justo delante del hospital y en ese momento comenzaron los aplausos y los homenajes. Los bomberos habían desplegado una gran escalera (o escala, no conozco el argot bomberil) y de ella colgaba una pancarta con la frase "Gracias por ayudarnos" que giraron hacia la fachada del hospital para que todo el personal, que se agolpaba en las ventanas y terrazas llegasen al éxtasis del mayor disfrute y mejor reconocimiento. En las ventanas, los aplausos sonaban atronadores y yo presenciaba aquello, solo en la calle, en la puerta de la farmacia, con la sensación de estar viendo el Circo del Sol en primera fila y en exclusiva. Había más público en los balcones, en las ventanas,... pero yo estaba allí mismo, parecía un trapecista más.
 
     Y volvemos a lo mismo, la crítica es fácil y gratuita, pero a mi me alegra saber que hay bomberos, sanitarios, cuerpos de seguridad del estado, etc... velando por todos y agradeciéndose mutuamente sus esfuerzos. Y si, para algunos, lo de ayer fue un show innecesario, me parece bien, pero creo que es un gesto de apoyo y de ánimo mutuo que anima a seguir en este trapecio porque sabes que, si caes, debajo hay una gran red.
 
     Salud para todos.

sábado, 11 de abril de 2020

Viernes. Día 28. Cultura

     "La pandemia va a dejar más muertos en la economía que en los cementerios". Esta fue la cruel frase que escuché de boca de un contertulio en una emisora de radio anoche, viernes. Decenas de miles de trabajadores, tanto autónomos como por cuenta ajena, van a ver diezmada o anulada su actividad económica tras el paso del bicho de las pelotas. Todos los sectores se van a ver sumidos en una profunda crisis de la que va a costar mucho tiempo salir, no digamos ya, volver a cotas de máxima estabilidad. Y entre estos sectores, el sector de la cultura, con el que siento gran afinidad.
 
     Ayer se propuso una "huelga de 48 horas" en el sector, donde músicos, fotógrafos, escritores, ilustradores, etc., no iban a colgar nada en la red y animaban a no usar contenidos culturales en esas 48 horas en señal de protestar por la pasividad del Gobierno ante sus reclamaciones. Y yo, sin entrar en mayores detalles, puedo darles la razón a la hora de sentirse agraviados.
 
     Pero, ahora bien. Aún teniendo razones de peso para sus protestas, no veo idónea la huelga. Te pongo ejemplos: la sanidad. La sanidad ha sido pisoteada, vendida, despreciada... por un gobierno tras otro, de cualquier color y siguen trabajando en esas condiciones actualmente. ¿Te imaginas ahora mismo un huelga de sanitarios? Con todo el derecho, pero no sería honesto con su vocación de servir.
 
     El campo. Abandonado a su suerte y sólo se recurre a él por motivos propagandísticos de ciertos políticos. ¿Te imaginas que ahora digan "no hay trigo para nadie durante 15 días? Sería muy ilícito, pero nada casable con su tarea de alimentar a la población.
 
     En estos días inciertos, como diría Ismael Serrano, el consumo de cultura por parte de la sociedad en general está alcanzado niveles impensables y son muchos los artistas que, de manera altruista, están dando sus conocimientos yo su forma de entender el arte desde sus casas, con el único fin de entretener. Quizá sea ya hora de llamarlos artistas, no titiriteros, de tenerlos más en cuenta, de valorar las horas y el dinero invertidos en formación, en privaciones, en pruebas, audiciones, grabaciones, conciertos, carreteras, y aplaudirlos también a ellos por acompañarnos estos días, pero no una huelga ahora. Es sólo una opinión, muy personal, aunque respeto al que decida hacerla.
 
     La cultura es un don y una suerte disfrutarla. No la destruyamos entre unos y otros.
 
     Salud para todos.

viernes, 10 de abril de 2020

Jueves. Día 27. Vídeo

     En el cole hemos decidido elaborar un vídeo entre todos para mandar un mensaje de ánimo a los niños y a sus familias en estos días, como tantos otros colectivos han hecho ya. No es cuestión de ir por delante o por detrás de los demás, es cuestión de ir. Siempre habrá quien critique esta acción por considerarla una pamplina inútil que sólo sirve para llenar los teléfonos con más videos (todos iguales) y con el Resistiré, ya odioso, de fondo y me parece muy bien que piensen así. Por eso ellos no estarán en ese vídeo o no lo abrirán al recibirlo o no se prestarán si en su empresa o entidad lo propone, lo respeto. Quizá esa sea la diferencia, que yo lo respeto todo y a ellos les cuesta.
 
     Así pasó un extraño Jueves Santo, enviando un vídeo donde gente muy sonriente le decía a los chicos que vamos a vernos pronto y que les queremos mucho. No creo que hayamos cometido ningún error. El dolor y la preocupación ya la llevamos por dentro, no es necesario recordarla y a los niños no se les engaña con un mundo fantástico, tan sólo se les anima.
 
     En fin, la misma historia de siempre. Ojalá algún día, los adultos, estemos de acuerdo en algo.
 
     Salud para todos.

jueves, 9 de abril de 2020

Miércoles. Día 26. Calorías

     Una de las tareas que debemos llevar a la rajatabla los confinados es la de alimentarnos bien. Esto significa dos cosas. Por un lado da a entender que habitualmente somos unos dejados en los buenos hábitos alimenticios. Ahora nos fijamos en las calorías, en la cantidad de cerveza que nos estamos jalando y en lo atrayente que resulta un sillón cuando se está todo el santo día en chándal. Y es que, estamos como las gallinas, cuando encienden la luz, comemos y cuando la apagan, dormimos. El tapeo de media mañana, el vinito con la comida, el te con un gofre y una cena jugosa sin olvidarnos de los frutos secos de entre horas, la verdad es que forman un coctel muy explosivo para los que no podemos salir de casa.
 
     La otra cosa que puede significar es que somos top a la hora de trivializar los asuntos importantes y vivimos en tal burbuja de engaño y bienestar que nos asusta imaginar que pudiese dar el reventón del siglo. Los que trabajan estos días están expuestos y no es una forma de hablar, están contagiándose y muriendo todos los días montones de personas que lo único que hacen es trabajar para nosotros. Y esos, trabajan al menos. Luego están los que han perdido el trabajo y ya llevan un mes sin cobrar y viviendo de los que les queda. A estos unimos los que no trabajaban antes de la pandemia, los que estaban enfermos y han visto cortados sus tratamientos, las personas necesitadas de rehabilitación, las personas con discapacidad que no pueden asistir a sus apoyos,... los que no tienen ni siquiera un techo...
 
     Los que se están marchando sin ser despedidos, los que no pueden despedir a los que se marchan...
 
     Por eso, como decía, es tan importante estar pendiente del consumo de calorías, porque mientras tenemos la cabeza ocupada en eso no veremos nada más allá.
 
     Salud para todos.

miércoles, 8 de abril de 2020

Martes. Día 25. Procesión

     Como siempre digo, ni sé ni sabré muy bien el por qué cada Martes Santo voy detrás del Cristo de mi barrio en su procesión de 14 o 15 horitas, la verdad. Yo no sé si eso se puede llamar fe o no pero tengo la sensación de que, si no voy, estoy haciendo algo malo... no me preguntes de dónde saco esa conclusión, pero es así.
 
     Ayer era el día, mi hija con su túnica y su capirote guardados. Yo con la mochila del bocata y las chocolatinas sin preparar. Ayer no era día de procesión, sino de continuar con nuestra rutina, a la que ya nos estamos acostumbrando y que cada vez se hace un poquito menos dura, al menos para los confinados, los que trabajan es otro cantar.
 
     Una semana santa extraña, unos días bastante surrealistas, una misión demasiado fácil, a priori: quedarse en casa. Los capillitas, semanasanteros y hosteleros tienen esta año más motivos que nunca para encender velas y pedirle a sus titulares, con la máxima devoción, que no vuelva a ocurrir algo así. Tampoco queremos acostumbrarnos.
 
     Salud para todos.

martes, 7 de abril de 2020

Lunes. Día 24. Invisibles.

     Es temprano para todo el mundo pero, apenas amanece, “1” va dando los buenos días por las habitaciones usando un tono de voz suave para no violentar el tránsito del sueño al mundo real de los que aún duermen aunque, poco a poco, irá alentando a levantarse, encendiendo alguna luz o tarareando una musiquilla que “2” ha preparado en un altavoz portátil y ya resuena por toda la residencia. Con maneras pesadas los durmientes van saliendo de sus camas para asearse y preparar el estómago ante el desayuno que preparan “3” y “4”. Toman las medicaciones, charlan bebiendo a sorbitos sus cafés, algunos cantan y otros siguen durmiendo, dejando la cabeza caída sobre el hombro del compañero que ni se inmuta. Comienza un día nuevo, por los ventanales del comedor el sol va adentrándose, para apoderarse de la estancia. Se respira vida en cada sonrisa mientras “2” cae en la cuenta de que esa música que se oye de fondo es la del altavoz de la residencia, que olvidaron apagar… PERO NADIE LOS VE PORQUE SON INVISIBLES.

     Hoy mi aplauso va para los trabajadores de las residencias de mayores o de personas con discapacidad, los que no se ven, los invisibles, los que no salen en las noticias. Ellos también están en primera línea de fuego en esta batalla contra el virus con el agravante de que la medicina que emplean en su tarea está compuesta de abrazos, achuchones y muchos besos porque, en la mayoría de los casos, atienden a personas sin familia o con familias que no los pueden cuidar. Trabajadores que se convierten en los pies, las manos, los padres y las madres de cada uno de las personas que tienen a su cargo y lo hacen con una sonrisa, un día tras otro. Cada trabajador tiene su nombre propio aunque para las administraciones sean “1”, “2”, “3” o “4”. A veces, incluso para los mismos gestores de esos centros son números, o son “la gente” (expresión muy usada hacia el resto de compañeros que están a mis órdenes y suelen parecerme un poco inútiles pues no llegan a mi grado de perfección…) y carecen de la empatía para valorar el afecto y el cariño que estos empleados dan a sus atendidos; día y noche; laborables o festivos. Levantando, aseando, preparando comidas, lavando sus ropas, dándoles distracción, atención psicológica, cuidando de su salud, tratándolos con respeto, buscando una dignidad que la sociedad les ha negado por no ser gente productiva. Si el término “trabajador esencial” existe, estos cumplen con todos los requisitos.
     En estos días en que salimos a aplaudir a todos aquellos que hacen posible el normal funcionamiento de los asuntos primordiales quiero acordarme también de todos mis compañeros, los que están al pie del cañón (los de las fotos me la sudan mucho).
     Mi aplauso diario para los trabajadores invisibles al servicio de las personas invisibles.
     Salud para todos.

lunes, 6 de abril de 2020

Domingo. Día 23. Elegancia

     Domingo de Ramos. Yo, que ya no era de los devotos semanasanteros, ayer decidí que la Semana Santa debía comenzar a lo grande, de manera que, a falta de ramitas de olivo bendecidas, en casa nos pusimos guapetones y nos hicimos una fotos para inmortalizar tanta elegancia. Cinco minutos después volvimos al chándal protocolario y a la rutina del confinamiento. Nunca más se supo del domingo de Ramos en mi casa.
 
     Ya llevamos 23 días. La broma ya hace menos gracia.
 
     Salud para todos. 
    
    

domingo, 5 de abril de 2020

Sábado. Día 22. Poeta.

     La mañana del sábado arrancaba como todas las mañanas anteriores, con algo más de frío si cabe pues el cielo parecía que no quería terminar de despertarse. Pero al poco nos llegó la noticia de una nueva muerte, esta sin relacionarse con el virus. Se marchó Aute.
 
     Es verdad que ya se había marchado de entre nosotros hace unos años, cuando aquel infarto, pero hoy ya ha decidido cumplir con la amenaza de su canción: "Ay, amor mío, qué terriblemente absurdo es estar vivo sin el alma de tu cuerpo, sin tu latido. Sin tu latido."
 
     Me parece incorrecto acordarse de unos y olvidarse de otros que se marchan, lo sé y admito mi error. Pero hoy estoy dispuesto a cumplir penitencia por mi descarada injusticia. Se ha ido la banda sonora de un montón de familias, padres e hijos que hemos compartido la cálida voz y la sensual manera de cantar de un poeta grande, vividor y chulo como pocos. Un genio que comenzó a marcharse en silencio y hoy, en soledad, ha decidido partir para siempre.
 
     El resto de la jornada, evidentemente, carece de mención, al menos en este blog. Lo destacable del día me lo guardaré para mí pero como este consiste en compartir, pues comparto mi sentir.
 
     Que pase ya todo esto. Es lo único que me viene hoy a la cabeza.
 
     Salud para todos.

sábado, 4 de abril de 2020

Viernes. día 21. Ella

     Ella es puntual. A las ocho justas, ni un minuto más ni un minuto menos, sube la persiana de la ventanita lateral de su casa y asoma por ella la mitad de su cuerpo. Inmediatamente comienza a aplaudir con energía, uniéndose al resto de aplausos que ya llevan tronando desde dos o tres minutos antes, pero lo hace con un ímpetu que parece un coro de palmeros lo que sale de esa habitación. Al poco tiempo, como un ritual que no falla, abarca la boca con sus manos para darle volumen a su voz y grita "¡Vivan los trabajadores de la sanidad pública!". Algún ¡Vivan! le responde. Continúan los aplausos con la base musical de las sirenas de los coches de policía y las ambulancias que se apostan en la rotonda del hospital. Ella se retira con la misma mecánica de cada tarde: se despide agitando la mano de un vecino del edificio de al lado que interrumpe su aplauso para devolverle el saludo, aplaude dos o tres veces más y se retira, cerrando la estrecha ventanita y bajando la persiana hasta el día siguiente.
 
     No sé quién es esa mujer, de hecho, desde mi terraza no le distingo las facciones. Quizá me haya cruzado alguna vez con ella por la calle o comprando en Mercadona o corriendo por Carranque, cuando podíamos hacer todas esas cosas sin mirarnos a los ojos porque no nos dábamos valor los unos a los otros.
 
     Quizá, ella sea trabajadora de la sanidad pública y aplaude a sus compañeros, o a sí misma; o puede que haya estado enferma y muestre esta manera de agradecer que la trataran tan bien durante su enfermedad. Quizá sólo sea una ciudadana agradecida a la labor ENORME que hace tanta gente estos días y lo unifica todo en las figuras de la sanidad... no lo sé, todo es pensar por pensar. Imaginar por imaginar.
 
     Así que, puestos a imaginar, imagino que esta tarde, puntual, a las ocho justas, ni un minuto más ni un minuto menos, ella subirá la persiana de la ventanita lateral de su casa para repetir su ritual.
 
     Salud para todos.

viernes, 3 de abril de 2020

Jueves. Día 20. Vida

     Circula por ahí una conversación en la que el alumno pregunta al maestro qué puede hacer para vencer su propio desánimo y el maestro le responde que ayudar a mantener el buen ánimo de los demás. Será por eso que cada mañana envío una canción motivadora y una foto con mensaje a dos compañeras del cole (Ana y María, que ya se han convertido en amigas), para luchar contra mi desánimo como imagino que ellas, en algún momento del curso, hicieron con su ánimo bajo prestándome ayuda.
 
     El caso es que hoy les he enviado "Ay vida mía" de El Kanka que, en el estribillo, tiene una frase que se refiere a la vida y dice "Si siempre fueras sol de primavera, si siempre fueras linda vida nueva, ya no te querría". Porque debemos ser conscientes de eso, tan moda, que es lo de la montaña rusa de las emociones. Durante este confinamiento llegaremos a descubrir lo volátiles que somos para pasar de la euforia al bajonazo en segundos... como en la vida.
 
     Y no pasa nada. Repite conmigo: LO PATOLÓGICO ES ESTAR SIEMPRE ALEGRE. Tener momentos flojos es tan humano como (rellene usted mismo tres cualidades humanas que a mi no me salen... ___________________, ___________________ y _________________ ). Venirse abajo no es más que un respiro a la excitación y una carrerilla hacia atrás para tomar un nuevo impulso.
 
     No te rayes, Jerry, si viene algún giro inesperado. Tú estás confinado, no abducido.
 
     Salud para todos.

jueves, 2 de abril de 2020

Miércoles. Día 19. Tóxicos

     Dicen que la atmósfera está recuperando niveles de no-toxicidad similares a los de hace 40 ó 50 años y que el agujero de ozono se ha cerrado en un tercio durante esas semanas en que el planeta ha tenido que parar. Bueno... las partes del planeta que han parado porque, como es habitual, los del IUESEI van a su aire. La primera potencia mundial, por poco tiempo, está bien surtida de cerebros infantiloides viviendo en un mundo de desconocimiento más allá de las paredes de su casa. Es increíble como vemos a gente paseando aún por algunas ciudades importantes de aquel país mientras su presidente hablaba el otro día de los posibles muertos por el virus, como el que cuenta los puntos que lleva en el Tetris.
 
     Quizá sea cierto que la atmósfera esté menos contaminada, lo que está claro es que la toxicidad sigue aquí abajo. Ya no veo las noticias (de hecho hoy me he sentado a escribir a la hora del telediario), solo tiro de Spotify y de los momentos sin información de la televisión. Prefiero salir a la terraza y aplaudir a los que siguen trabajando, desprotegidos por completo, usando un material, la mayoría de las veces, donado. Y aplaudo al transportista que surte las tiendas; a Toñi, la de la farmacia; a la gente del Mercadona y del Supersol; a la policía que se ve pasar por la calle; a la gente de las ambulancias; a los que trabajan desde sus casas (gentes de bancos, oficinas de seguros, atención al cliente, periodistas de radio y televisión, MAESTROS); a limpiadoras; personal de administración de hospitales, centros médicos; trabajadores de gasolineras...
 
     A ellos mi respeto máximo. A los que sólo intoxican, mi puño cerrado con mi dedo corazón bien extendido hacia arriba.
 
     Salud para todos.

miércoles, 1 de abril de 2020

Martes. Día 18. Auto-yo

     Estar con uno mismo puede llegar a ser tan enriquecedor como cansado. Nos exigimos continuidad en la lucha cuando en nuestras cabezas sólo visualizamos calles, gente y rutina diaria. Esta incertidumbre, tan irreal como paranoica, es un constante giro de guion, en manos de directores de escaso bagaje productivo, interpretado por actores a los que la voluntad les tambalea como las rodillas en época de exámenes. Y, entre rutinas y cifras, estás tú. Al final de todo, tú contigo mismo. Empacho de "auto-yo", ensayo de incomprensión en cada error del que empiezas a ser consciente entre las paredes que te confinan y que, con seguridad, antes pasabas por alto.
 
     Insisto en que, la inmensa mayoría de la población, no debemos quejarnos por cumplir la norma de "no hacer nada", pero soportarte a ti mismo, durante tantos días, es un ejercicio reservado para estómagos amplios y almas valientes. ¿No te ocurre lo mismo?
 
     Salud para todos.


martes, 31 de marzo de 2020

Lunes. Día 17. Sigamos

     Ayer comenzamos semana, con las mismas tareas, los mismos aplausos y las mismas ganas de querer recuperar la normalidad porque creemos que es bueno.
 
     Y si es bueno, sigamos pues...
 
     Salud para todos.

lunes, 30 de marzo de 2020

Domingo. Día 16. Domingos

     Los domingos son domingos, son días mal planteados desde que, en la Creación, a Dios le dio por tumbarse a contemplar lo que había hecho. ¡Error!. Había cosas que se quedaron a medio terminar y, claro, con el tiempo, se nota.

     Los domingos son días planos. Son como los cielos grises, encapotados que no dejan pasar la luz del sol y carecen de matices. Esos que odias cuando vas cargado con tu equipo para hacer "las fotos" y te encuentras con una pared en lugar de un cielo. Pues así son los domingos, y así han sido siempre. Da igual el confinamiento, da igual que estés en invierno o en verano, da igual que ese día te cases. Da igual, son días insulsos.

     Y ayer, domingo, no iba a ser menos. Si acaso el directo de Curro cantando desde su casa pudo darle un poquito de brillo al día, pero cuando el día se pone tontorrón, ni Curro ni la Filarmónica de Viena. No hay nada que hacer.

     Son ya 16 días, prometo que no me quejo, pero también aseguro que estoy deseando salir con normalidad a la calle y estar con la gente por ahí, sin preocupación de distancias de seguridad ni nada de eso.

     Es más, si levantaran el veto un domingo, sería capaz de reescribir esta entrada. Lo juro.

     Salud para todos.

domingo, 29 de marzo de 2020

Sábado. Día 15. Promesa

     Inseguridad, incomodidad, angustia... No doy con la palabra que defina lo que sentí ayer, sábado, al salir a la farmacia, a eso de las 4 de la tarde. No sé, fue una sensación extraña, la de no estar acostumbrado al espacio abierto, a caminar, a tanta calle para mi solo. Llevamos nada más que dos semanas y los efectos de estar enjaulados ya se van notando. ¿Sabes lo que ha venido a mi cabeza estos días? La imagen de Ortega Lara cuando fue liberado de su secuestro, saliendo del coche que lo llevaba hasta su casa. Esa expresión en su cara, esa mirada... ¿Cuánto tiempo estuvo en un zulo que era casi un hueco en la pared, un año y medio? No me acuerdo, pero aquella imagen de un medio zombi, totalmente desorientado que se arrastraba porque no tenía ni musculatura para caminar. Asustado ante tanto ruido, tanta gente... ¡¡año y medio!! Y yo me quejo porque tengo todas las comodidades en mi casa y tan solo llevo 15 días. Y, ¡ojo!, que yo tengo donde vivir, techo, luz, agua caliente, pero, ¿y los que no tienen nada...???
 
     Es cierto eso de que hay una corriente solidaria estos días, pero los primeros que deberían llenarse de esa corriente tendrían que ser nuestros miedos infundados, propios de habitantes de lujo en el Hemisferio Norte.
 
     Mi promesa. Dejarme de pamplinas y cuando me toque salir otra vez, a comprar o a tirar la basura, disfrutar de ese minuto de aire puro, que se nos está quedando un aire la mar de respirable.
 
     Salud para todos.