No hay verano que soporte las tempestades de diciembre. Pronosticaron lluvia pero tu ropa se adormecía jugando con las sombras alargadas de las sábanas blancas tendidas al sol confiado. El calor ya no era cruel, más bien un compañero que se buscaba entre las apariciones de los paraguas; y los azules fueron tornando en grises difusos.
Pronosticaron lluvia pero tus
dedos aún sentían el goteo de un vaso lleno de vida, a la orilla de la playa. ¿Para qué
mudar la ropa ? -decías- No nos devorará ningún invierno.
Y aquí te detienes, ante un espejo semitransparente, ante ventanas
entreabiertas, ante dudas inacabables.
Desconfiaste de los avisos.
Saliste desnuda a reflejarte en los charcos cuando pronosticaron lluvia.
Ahora es tiempo de nubes.
(Fotografía de LYDIA FERNÁNDEZ TAPIA)