Piensa por un momento: ¿y si todo
terminase ahora?, y si todo lo que conoces y te rodea, ¿dejase de
existir en unas horas? ¿Qué harías?
Puede que escapases de tu -mal llamada- zona de
confort, puede que corrieras a telefonear a tu familia, puede que dijeras los
muchos te quiero que se han quedado por decir.
¿Qué ocurriría? ¿Cuáles serían los primeros pensamientos
que llegarían a tu mente? ¿Habría lugar, entre tanto caos, para tus amigos?
Quizá ni te acordases de ellos, tan ocupado en huir sin saber ni siquiera a
dónde, o para qué, si total, todo va a terminar. Piénsalo ¿Qué harías?
¿Cogerías tus bienes materiales por si se trata de una
falsa alarma o eres tan humano que lo dejarías todo atrás sin mirar? Piensa,
piénsalo bien, ¿sabes lo que harías?
Y si se acaba el mundo ahora, ¿seguirías siendo tan cobarde
como hasta hoy? ¿Dirías de una vez por todas NO? ¿Te reirías de todos
los miedos anteriores ahora que ya sabes lo que es tener miedo de verdad y
puedes banalizar con todo lo sentido a lo largo de tu vida? Menuda tontería,
¿verdad? Cuánto drama innecesario, cuánta lágrima improductiva. ¿Lo piensas
ahora que todo se derrumba? Recuerda las ocasiones en las que te has sentido tan
atado a la realidad que prohibiste que crecieran tus sueños; las ocasiones en
que empeñaste cualquier mínima ilusión por un qué dirán. ¿Puedes?,
¿puedes enumerar cuántos qué dirán te han limitado en estos
años? Te lo voy a poner un poco más fácil: ¿cuántos qué dirán merecen la pena
hoy que estás ante el final del final?, ¡dilo!, ¿Cuántos?
¿Beberías tu última copa de vino?
Si llegase el final, ¿le dirías que fue lo
mejor que te pasó en la vida pero que te faltó el valor para subir a su vagón o
quizá que estuviste siempre esperando en la estación pero su tren no llegó
nunca?
¿Renunciarías a tus logros por continuar en el mundo, a todo lo que te ha
proporcionado tu esfuerzo y tus privaciones?
Piensa en la mano de aquellas personas que te gustaría
acariciar en estos momentos, sin reproches, sólo intenta recordar su tacto, el
calor que aquellas manos desprendían. ¿Puedes recordar el sabor de sus labios o
te marcharás con la duda de no saber si son salados o si, por el contrario, son
dulzones…? Y piensa, ¿por qué te quedaste con la duda?
¿Por qué dejaste que el rencor, la envidia o el egoísmo
cerrasen las puertas a las mañanas soleadas?
¿Por qué impediste que la luna te acariciase desnudo?, ¿por los otros, tal vez?
¿Por qué no supiste usar los ojos para ver lo sencillo de cada momento?
Si mañana no amaneciera, ¿qué te gustaría hacer por última
vez, cuál sería tu última canción, cuál sería tu último deseo, a dónde iría tu
última mirada?
Tu suerte es que el sol saldrá otra vez mañana para
brindarte una nueva partida. Te dejará una hoja en blanco y todo el tiempo que
necesites para que te reescribas a ti mismo, ¿quién mejor que tú? Nadie hará
por ti lo que tú no hagas mientras haya tiempo.
Y queda mucho tiempo
aún. El mundo no va se va a acabar mañana.
(Inspirado
por Lydia Fernández Tapia. Tenéis que visitar su Instagram @lydia_fdz)