Me encantaría que visitaras también mi otro Blog; un espacio donde dejo mis fotografías; "EL MUNDO SE EQUIVOCA" (http://sequivoca.blogspot.com)
"HAY PERSONAS QUE MARCAN UN ANTES Y UN DESPUÉS, CONVIRTIENDO EN UN REGALO EL AHORA (Luis Bueno) - julio, 2020


jueves, 25 de octubre de 2018

De mudanza

     De cuantos huecos había vaciado para una posible mudanza, su favorito era el baúl de madera que llegó a su casa en la Navidad del 79. Ella tenía cinco años, pelo largo, infinita imaginación. Era capaz de dar vida a aquel baúl, que por entonces le parecía enorme, para adaptarlo a sus necesidades: podía ser un cofre que los piratas pretendían birlarle a ella, indefensa princesa que surcaba los mares o podía ser el botín de la diligencia que conducía entre desiertos del lejano oeste, con monedas de oro que castañeteaban entre sí a cada salto del convoy. Hoy es un preciado recuerdo al que no encuentra lugar como otras tantas cosas en su vida. Pero sigue apilando cajas. El baúl quizá se quede aquí. O quizá lo lance por la ventana... ¡yo qué sé!
 
     Hay que recoger pronto, me atrapa el reloj, me va a hundir este calendario que sólo corre y corre. Suena la lluvia fuera. Lo que me faltaba. Todos los miedos están apilados, metidos en cajas con precinto para que no salgan en el momento menos indicado. Me dejo alguna lágrima sin empaquetar, tampoco creo que sea necesario hacer de esto un drama. Lo de hablar contigo misma se está haciendo tan habitual como los cambios de humor, los cambios de opinión, los cambios, los cambios... los cambios.
 
     Quizá detener el momento sea una escapatoria factible. Abandonar por un momento la duda para centrarte en respirar, en sentir tu propio aliento ahora que la noche comienza a hacerse fría. Una mirada sin compasión a los trastos que se amontonan y una mano que, con delicadeza, recoge del suelo el pequeño baúl, ese que jugó contigo a ser mayor. Aquí estamos, compañero. Creo que nos mudamos para ser felices. Y jugaremos otra vez a lo que el día nos invite y tendrás tu altar en mi nueva casa. Y prometo no volver a tener miedo.
 
     Parece que ha dejado de llover. ¿Y si sales a pasear descalza? 

lunes, 22 de octubre de 2018

Abrazos

     "De todo lo que saben hacer los brazos, lo más bello es abrazar; y también lo más profundo; mucho más que bailar, nadar o conducir porque estrechar a alguien entre los brazos sale del alma. [...] nadie  nos va a hacer daño si estamos en la cueva de un pecho, porque en un abrazo intenso hay más seguridad que en el interior de un coche blindado.
     Cuando se abraza con los ojos cerrados se detiene el mundo por un momento, un segundo eterno - "abrázame mucho", "quédate así" - luego se recobra el movimiento.
     Las cosas que más valen no pesan, sostiene un dicho. Los abrazos son gratuitos, y además no se acaban, lo cual es estupendo.
     [...] Algunos no pueden abrazar y otros no saben hacerlo, [...] unos y otros se pierden algo grande, sin embargo todos deberían reivindicar este derecho, porque sin abrazos la vida merece menos la pena."

abrazo
 
Pilar Varela. Revista Psychologies; Agosto 2007

viernes, 19 de octubre de 2018

Pensó que jamás

Sunny
pensó que jamás entregaría su pecho
a quien pretendiera desangrar su pecho
desmantelar o vaciar y mutilar su pecho
de la misión grandiosa y tierna de temblar.

Pedro Guerra - “Jamás” (“Vidas”; 2008)

domingo, 14 de octubre de 2018

Asilo - Drexler

Dame una noche de asilo en tu regazo.
Esta noche, por ejemplo, dejemos al mundo afuera.
Abre tus brazos, ciérralos conmigo dentro
sólo unas horas y luego, cuando amanezca, yo pondré una cafetera
y habré llevado esta nube hacia otro cielo de nubes pasajeras.
Si el sueño pierde pie, resbala, queda colgando de un hilo.
Prefiero una noche entera en vela, a tener el alma en vilo.

Dame una noche de asilo.
Dame una noche de asilo.

Dame un remanso
yo te daré lo que tengo,
este amor que no me explico.
Pasan los años y sigue a espaldas del tiempo.
Quiero que me hables del tiempo,
que te desnudes como si fuera algo corriente,
como si verte desnuda no me aturdiera tan sistemáticamente.
Tu piel me sea desconocida, me deja siempre intranquilo.
Prefiero lamer después mis heridas a que tu amor pierda filo.
Dame una noche de asilo.


viernes, 12 de octubre de 2018

Tal día como hoy, hace...

     Tras un largo día laboral, tan largo como los últimos millones de días laborales, decidí, al llegar a casa, tentar a la suerte que se esconde bajo el boleto del Euromillones que se propone regalarme nada mas y nada menos que cien (100!!!!) millones de Euros. Cantidad suficiente como para acortar los días, sin duda.
 
     Como presagio de mi éxito en el sorteo, me detuve en la pastelería y compré unos xuxos (de verdad, que no sé cómo se escribe) de esos de “2 x 1€” (el sábado podría comprar doscientos millones de xuxos!!!!!) y con ellos, en una bandejita muy bien envuelta, caminé hasta mi casa. Y fue allí, poco antes de tomar tierra en mi portal, que dos personas, un hombre y una mujer, se detuvieron ante mí.
 
     Ella muy jovencita, con cara de empollona resabiada, gafas cuadradas y enormes encarcelando a unos ojos diminutos. Él, algo mayor, pero no mucho más, encorbatado de todo a cien y rizado tupé, a juego con un bigotito recortado a lo actor porno; y ambos, con un montón de carpetas y libros en sus brazos. Me miraron y el chico, sonriéndome, me dijo:
 
        - Hola, disculpa, ¿dispones de tres minutos?
        - Ni medio, lo siento.
        - Entonces –insiste mostrándome un libro con la cara de Jesucristo sonriente en su portada- ¿no te quieres salvar?
 
     Ante semejante pregunta no tuve más opción que vestirme con una sonrisa XXXL y mostrar mi lado más sincero:
        - ¡Uf, llegáis tarde! Yo ya estoy condenado –dije señalando "el pecado" que portaba en la bolsita de pastelería de barrio.
        - ¿Qué pasa? –contraatacó el misionero- ¿No crees en el perdón?
        - Amigo, creo y mucho –continuaba con mi amplia sonrisa, plena de ironía-, de hecho, llevo "nosecuánto" tiempo practicándolo.
        - Bueno, me conformaré con eso –concluyó el chico- y con tu cara de felicidad mirando esos pasteles.
        - Confórmate porque en un rato el pecado estará dentro de mi y lo hará con toda la alevosía que me deje mi escasa voluntad. Y seré plenamente feliz.
 
     Como dice Fito, no tener que disimular es una de las ventajas de irse haciendo viejo. Será por eso que no me resulta difícil vivir siempre al filo de casi todo. Y es que en estas últimas semanas laborales ha habido algún que otro perdón; sin disimulos, lo prometo. A cualquier persona que se acerque pidiendo comprensión hay que darle, al menos la oportunidad de explayarse, otra cosa es que te convenza después; ya sea para hablarte de las maravillas de la educación inclusiva o para venderte parcelitas del Cielo eterno.
 
     No voy a entrar en si me han convencido o no, queda para mí y mis adentros, lo que sí es cierto es que me he dado un motivo más para auto-condenarme. Así, sin miramientos.
 

miércoles, 10 de octubre de 2018

¿Recuerdas?

     - Pues yo aún recuerdo tu abrigo verde
     - ¿Verde? ¿hablas del plumón aquel que ocupaba más espacio que yo?
     - Sí, de ese. (Risas) Lo que no consigo recordar son tus zapatos. Hay detalles de la gente en los que nunca me fijo.
    
     La tarde pasaba entre recuerdos. Historias que volvían a hacerse vivas con sólo invocarlas. ¿Y te acuerdas de...? De cuando éramos el futuro, claro que me acuerdo. Toda la vida por delante. Sois la generación que cambiará el mundo, nos decían. Nosotros reíamos, hacíamos bromas y restábamos importancia a lo que no nos daba miedo aún. Los años nos irían moldeando según su capricho o su necesidad. Algunos se fueron, desaparecieron. Otros intercambiaban tiradas de dados con el azar confiados en el "toda la vida por delante". Hubo quien ganó, también quien perdió. El azar no entiende de razones y juega siempre al solitario. Somos sólo una excusa para su existencia.
 
     Recuerdo el mar, nuestro mar. Las escapadas a la playa recóndita donde no llegaba ni el viento, ni la gente, ni la prisa. Era nuestra playa y era nuestro mar; tan inmenso como el destino que nos quedaba por escribir a golpe de descubrimiento. Y la lluvia en la playa. Claro que lo recuerdo. Recuerdo perfectamente nuestra arena mojada. Recuerdo que temblamos más de una vez. Recuerdo que caminábamos descalzos por la carretera.
 
     ¿Y qué fue de...?- preguntas. No sé, le perdí la pista. Pero dice que es feliz, al menos eso nos hace creer cuando cuelga fotos. Siempre sonríe. ¿Pero es feliz de verdad?. No lo sé. Eso nos ha pasado a todos alguna vez, ¿no crees? La felicidad va y viene, rara vez se queda a vivir contigo.
 
     Hablemos de otra cosa; recuerda aquellas salidas. Para nosotros, la tarde del sábado era como abrir los ojos y ver cada día el infinito de un color diferente. Era mezclar, probar, disponer, querer y no poder y volver deprisa, que se nos hacía tarde para seguir soñando. Éramos inocentes. Y sencillos. Inocentes y sencillos, dispuestos a dejarnos engullir por la sociedad que nos habían fabricado sin preguntarnos siquiera hacia dónde queríamos avanzar. Es más, nadie nos preguntó si queríamos avanzar o no.  ¿Y los primeros besos, esos que nos esperaban a la vuelta de cada respiración? Esos que no podían ver la luz del día, ni los ojos de la vecina de crítica fácil. Esos que sabían a sal, a salitre, a perfume barato, a manos que tiritaban. Besos que estrenaban labios. Besos tan tiernos que temíamos que se quebraran sin querer ¿Los recuerdas?
 
     Y recuerdo la música que sonaba en el tren y las voces que viajaban conmigo.
 
     - Pues yo aún recuerdo tu abrigo verde
     - ¿Verde? ¿hablas del plumón aquel que ocupaba más espacio que yo?
     - Sí, de ese. (Risas) Lo que no consigo recordar son tus zapatos. Hay detalles de la gente en los que nunca me fijo. 

lunes, 1 de octubre de 2018

Hay momentos

 
Hay momentos en los que hablar es señal de valentía porque hay palabras que duelen al ser dichas y que hieren al ser escuchadas.
 
Hay momentos en los que pensar es un acto reflejo porque pensar de manera voluntaria se torna en riesgo que cuesta asumir y de consecuencias, casi siempre, desagradables.
 
Hay momentos en los que ser justos es una utopía porque la injusticia no está en la mano de quien la imparte sino en la mente del que es juzgado.
 
Hay momentos en los que ser coherente es un imposible porque no se puede conjugar la coherencia con ningún verbo lógico.
 
Hay momentos en los que respirar es un triunfo porque estar vivo es mucho más fácil que vivir.