Me encantaría que visitaras también mi otro Blog; un espacio donde dejo mis fotografías; "EL MUNDO SE EQUIVOCA" (http://sequivoca.blogspot.com)
"HAY PERSONAS QUE MARCAN UN ANTES Y UN DESPUÉS, CONVIRTIENDO EN UN REGALO EL AHORA (Luis Bueno) - julio, 2020


lunes, 11 de mayo de 2020

Domingo. Día 58. Continuará.

     Esta mañana de lunes, 11 de mayo, como ya os comenté, cierro este pequeño diario de pandemia, espero que para siempre. Ya hay ciudades que han pasado de fase, aquí en Málaga seguimos en la CERO, que es la primera aunque se llame CERO y me consta que los sanitarios de primera línea están más que satisfechos de este estancamiento de fase; llevan dos meses -en realidad más- jugándose la vida ante posibles infecciones, desconocimiento de a qué se enfrentaban, faltas de medios técnicos y humanos, etcétera, como para que ahora nos vayamos a tomar el sol a la playa en masa y repuntemos el virus, que repuntará, sin duda, pero que nos cogerá algo más resabiados, espero.
 
     Cierro este diario con pocas esperanzas de cambio, la verdad. Los españoles hemos demostrado ser tan graciosos como egoístas. Igual animábamos al vecindario con música o con juegos que nos echábamos como lobos al supermercado a arrasar con el papel higiénico -¡Sálvese quien pueda, pero con el culito limpio!- 
 
     A nivel político hemos sido la vergüenza mundial, es mi opinión. Y aunque aquí, todo el mundo es del Madrid o del Barcelona porque lo de pensar no se lleva, aún quedamos algunos que no damos la cara por nadie, porque nadie la va a dar por nosotros. Hay que ser muy tonto, hasta límites insospechados para pensar que uno es mejor que otro, al menos en España eso, a día de hoy es impensable. El Presidente: inútil, egocéntrico y pesado. Iba a decir que el peor presidente de la Historia pero es que aquí tenemos una lista de grandes genios presidenciales; el vicepresidente: falso como él solo y cobarde como pocos; Por favor, con lo que molaba cuando iba a las tertulias y lo razonable que era todo y ahora es un personaje dentro de un personaje. Absurdo a la enésima potencia, vamos; Casado: Otro inútil que critica el plan A sin ser capaz de ofrecer un plan B (muy típico de los cuñados) y que pierde las mejores oportunidades (muy cuñadil, también) en todos los sentidos. Arrimadas: Más perdida que el barco del arroz, dando bandazos buscando el senderito cuando el senderito no se busca, se hace. Con lo buena muchacha que parece y lo torpe que la ha vuelto ser la líder (aunque no hay líder no-torpe, demostrado). Abascal: El listo a las tres que no es capaz de dar un paso si no es provocando y alentando al pueblo, sacando el machote que lleva dentro y montando numeritos como el de la izquierda y los homosexuales, todo muy lógico de la pandemia que vivimos. Por cierto, que alguien le diga a este hombre que españoles somos todos; los Independentistas, Regionalistas, Andalucistas (por lo que me toca), etc... fieles malas copias de sus malos líderes. Inútiles al cuadrado. TODOS HAN SEGUIDO COBRANDO SUS SUELDOS ÍNTEGROS, NINGUNO SE HA QUITADO UN CENTIMO POR EL AUTÓNOMO, NI POR EL DEL ERTE, NI POR LA EMPLEADA DEL HOGAR. NINGUNO PORQUE A NINGUNO LE INTERESAMOS EL RESTO. A NINGUNO. Así nos ha ido y así nos irá en el futuro.
 
     En estos días se ha alabado mucho a los sanitarios, esperemos que la euforia dure tanto en las instituciones como en los usuarios. Hemos descubierto lo importante que puede ser a la que pocas veces se les hace caso; personal de limpieza, transportistas, personal de supermercados, medios de comunicación, personal de centros de mayores, de discapacitados.
 
     A los músicos, actores, fotógrafos, creativos en general les debemos tantas horas de distracción altruista, tantas canciones para animarnos, tantos directos de Instagram, descargas de obras de teatro, etc.
 
     Se ha criticado a los maestros, curioso (hasta aquí mi opinión sobre este tema), a estos también se les puede seguir azuzando, total, todo el mundo sabe de todo...
 
     Algunos han descubierto lo importante que es para las personas con discapacidad la vida cotidiana y han luchado por sus salidas a la calle, por ejemplo; otros, en cambio, sólo saben luchar por sí mismos y hasta eso lo han criticado.
 
     ¿¿He dicho "criticar"?? ¿¿Ese verbo se usa aquí?? -modo ironía "on"- Aquí todo nos viene mal, todo. No hay nada que se haya propuesto,  proponga y propondrá, que guste a la mayoría, siempre tendremos un inconveniente.
 
     Por eso, lo único que espero de esta epidemia es que pase pronto, no espero nada más. Ni vamos a ser más solidarios, ni más creativos, ni mejores personas. Nada de humos. Seremos iguales o peores porque nos gusta ser así y no tenemos planeado cambiar, que cambien los otros, si total, el que tiene la razón siempre voy a ser yo.
 
     En fin, un panorama desolador con muchísimas vidas dejadas en el camino de lo que era una gripe, sólo que un poco más fuerte, poco más; con miles de familias rotas de manera inesperada, con millones de empleos destruidos y otros tantos en el aire, con una economía derruida y desolada en todo el planeta.
 
     Eso es lo que espero, que pase pronto. Y aún no ha llegado lo fuerte a África, que ojalá no llegue porque si es así, allí las consecuencias van a ser horribles.
 
     En fin. Por todo esto tengo ganas de cerrar este diario, con el que me he reconocido tan ruin como el resto de la humanidad, donde escribiendo me he dado cuenta de lo injustos y egoístas de la mayoría de mis pensamientos, pero que celebro haber sido capaz de sentarme y escribir para conocerme una mijita más, y a fe que lo he conseguido. Lo que me temo es que aunque este diario concluya aquí, lo malo continuará, todo lo que daña continuará.
 
     No quiero más diarios, no quiero más pandemias. Sólo salud. Salud para todos.

domingo, 10 de mayo de 2020

Sabado. Día 57. Hueco

     Sí, efectivamente. Si miras bien hay un hueco en esta lista de entradas con número y apellido. Falta el viernes, día 56. Escribo a día pasado y por tanto, el viernes lo debía haber escrito ayer, sábado, pero me auto-regalé el no escribir y el no hacerte leer. Ayer, en plena pandemia y en pleno confinamiento y en plena Fase 0 tuve la suerte de celebrar un añito más: ¡¡46 para el saco!!! Una pasada de años que me cuesta unir a mi persona porque imagino que ninguno se ve con la edad que tiene en realidad, siempre piensa que el DNI tiene demasiada prisa y puede que sea así. El mundo va demasiado rápido y tengo la impresión de que me cuesta alcanzarlo, llego siempre tarde al paso que ha dado antes él y cuando parece que lo voy a alcanzar, pega otro arreón.
 
     El día de ayer fue tan bonito que no quise parar a pensar en esta situación que vivimos, tan incierta, tan inestable. Soy una persona afortunada que tiene de todo y, por ahora, goza de una "mala salud de hierro" lo que me permite disfrutar y ser agradecido por cuanto me rodea, que no es poco.
 
     No quiero entrar en detalles que quizá no interesen así que cerraré mi comentario de hoy frente a la pantalla de este ordenador peleón y a veces demasiado lento para daros las gracias a todos los que hacéis que mi vida sea preciosa, sin más adjetivos innecesarios. Quizá algún día sepa devolveros tanto como me dais. Paciencia que llegará, seguro.
 
     Salud para todos.

viernes, 8 de mayo de 2020

Jueves. Día 55. Valoraciones.

     Madre mía, ¡¡cómo están los ánimos entre los que piensan que es bueno permanecer encerrados para evitar contagios y los que piensan que debemos salir porque es nuestro derecho!! Que digo yo que, si tuviéramos cabeza ya podríamos estar en la calle hace semanas, pero es que no hay cabeza... no hay. Pero también pienso que estar encerrados nos priva de demostrar si hay cabeza o no.
 
     Pero, ¿y si salimos y no tenemos cabeza y lo que viene es peor?...
     Pero, ¿y si salimos y no pasa nada y pensamos que hemos sido imbéciles por privarnos del aire?
 
     Ojú, cuanta complicación y para colmo, ayer, jueves, comentaban que cada región, comunidad, ciudad, patio de vecinos,... saldrá a su ritmo según una valoración sobre una estimación basada en una propuesta de unos representantes. ¡Qué dificultad de todo!
 
     Ojalá salga todo bien, ojalá salgamos y todo vaya bien.
 
     Salud para todos.

jueves, 7 de mayo de 2020

Miércoles. Día 54. Sueños

     Oye, ¿tú recuerdas tus sueños por las mañanas? Me resulta extraño que yo, que siempre fui de sueños enrevesados y con muchas historietas entrelazadas, despierto con la sensación de que no he soñado. Quizá sea también porque duermo poco. En mi época de leer el Muy Interesante me detenía siempre en la parte de la explicación de los sueños, sus mecanismos, etc. Si es verdad que el sueño como tal se produce durante la fase en la que más profundo se duerme, a mi no van a venir ni a saludarme porque dudo que me de tiempo a llegar a esa fase. (Perdón por usar la palabra "fase")
 
     Estoy hecho un búho, me duermo tarde y me despierto temprano; claros síntomas de la edad y de que situaciones como estas me quitan las ganas de dormir. De jovencito dormía un montón y soñaba más todavía. En mi época de facultad tuve un sueño recurrente en el que yo me veía sentado en una prado parecido al de aquella mítica pantalla de Windows cuando, por detrás una colina, aparecía un avión blanco con la panza roja, volando muy bajo por encima de mi con un ruido horrible, y se alejaba escondiéndose tras otra colina. A continuación, al fondo, aparecía una inmensa columna de humo negro. No sé cuántas veces soñé aquello. Si digo 20 quizá me quede corto. Lo peor es que llegó un momento en el que yo veía aparecer el avión en mi sueño y ya sabía lo que iba a pasar y eso me generaba muchísima angustia.
 
     Pero ahora, nada de nada. Ni prados, ni aviones, ni fase REM, ni nada de nada. Ahora sólo ratos muertos sobre la cama, imaginando el día en que todo vuelva a parecerse a la normalidad de antes y con un reloj luminoso a mi lado que me indica que, efectivamente, esa noche voy a dormir poco. En fin...
 
     Salud para todos.

miércoles, 6 de mayo de 2020

Martes. Día 53. Caídas

     Informaba una chica muy sonriente, como si acabase de salir de un tupper-sex, que el descenso en fallecidos (como el que habla de balones empeñados detrás de alguna tapia) había bajado por segundo día consecutivo y que esa caída era el augurio de buenas noticias para la desescalada. "Desescalada" no es una palabra nueva, mi hija María, con 6 años, en un viaje a Cazorla subió por una piedra al grito de "¡Mira cómo escalo!" para a continuación, bajar diciendo "¡Mira cómo desescalo"! así que no se me pongan supremos los señores del Gobierno, que ese término ya existía, al menos en mi casa.
 
     El asunto de las caídas, no siempre es positivo. La caída de los malos datos es una buena noticia, pero, aunque reitero la infinita suerte que tengo por vivir en tan exquisitas condiciones, el paso de 53 días sin poder interactuar con tus compañeros de trabajo, sin poder abrazar a tus padres, sin tener, al menos, la rutina para la que tantos años llevas entrenándote, puede provocar otra caída. La del ánimo.
 
     Curiosamente, ayer, martes, la sentí de manera intensa por primera vez en este confinamiento. Sentí esa "incomodidad" de no ser el que estaba acostumbrado a ser, ni una décima parte de mi y eso me pasó factura haciéndome estar más nervioso.
 
     No quiero ni pensar en el que ha perdido el trabajo, la casa... el que, de verdad ha cambiado su vida por completo y siempre para peor, porque ellos sí que requieren mi atención y este pensamiento de ahogo que me ronda se vuelve un poco más absurdo en comparación con la vivencia que cada una de estas personas está afrontando estos días. Esas vivencias son también caídas (las más grandes), que, ojalá seamos capaces de eliminar cuanto antes entre todos.
 
     Pues eso, yo venía a hablar de mi libro y por el camino he visto a gente que no puede ni leer y es que, esto, es una mierda muy grande.
 
     Ojalá pronto salud para todos.

martes, 5 de mayo de 2020

Lunes. Día 52. Puntualidad.

     Con puntualidad británica, cinco minutos antes de las ocho de la tarde, ella se acerca a su ventana y desliza la hoja por el rail de la cristalera, ya antigua y estropeada por el paso de los vientos y los besos del sol. Asoma un poco la cabeza para controlar el escaso vaivén de criaturas andantes bajo ella y elige una postura en la que su camisa, de un blanco único, llame la atención de aquel vecino que la saluda a diario.
 
     Con puntualidad británica, cinco minutos antes de las ocho de la tarde, él apura el café que se le ha quedado frío mientras sube y baja el pasillo de su piso haciendo no sé qué cosa de última hora. Él, que convirtió la procastinación en su filosofía de vida, ha aprendido a priorizar y antepone ese momento a cualquier otro. Para esto no hay excusas y sale a la terraza cubierto de ganas con la esperanza de que su vecina estuviese allí, haciendo cotidiano el ritual encuentro.
 
     Con puntualidad británica, cinco minutos antes de las ocho de la tarde, ambos se regalan un saludo. Dos mundos distantes años luz que se aproximan cuando, desde algún perdido rincón de la calle, unas manos anónimas comienzan a “tararear” la música de los aplausos que es imitada por otras manos que, a su vez, provocan el contagio de otras y de otras y de otras más hasta que llegan a su terraza para que él, con un gesto de solidaria satisfacción la mire, desde el otro lado del universo y la invite a aplaudir también. Ella devuelve la propuesta con una sonrisa tímida y un palmeo, tibio al principio pero afianzado poco tiempo después, acompasando su latir al de su vecindario y sabiéndose el centro de atención de aquel hombre del otro lado de la calle.
 
     Puede ser la camisa blanca, puede ser la agradable temperatura y la leve brisa que mece las nubes de un atardecer rojizo y primaveral. Puede ser que esos planetas tan lejanos hayan decidido detenerse al tiempo. Mientras todo sigue su cauce y la evolución se prolonga y las estaciones pasan una tras otra, el cosmos se ha tomado un respiro entre un balcón y otro justo al acabar los aplausos. Se escuchan ventanales que recorren ruidosos su camino hasta cerrarse y chocar estrepitosos al encuentro, se escuchan los pasos de unos chicos que corren, sudorosos, desordenados, por entre los árboles de la calle y se escucha también el silencio de un vecindario que, tras más de cincuenta días ha aminorado la tensión de este momento para transformarlo en un gustoso trámite.
 
     Él y ella mantienen, con disimulo, sus cuerpos a la vista. Él hace como que mira el pasar de algún coche, ella enciende el que promete que será el último cigarrillo del día. Cualquier excusa es buena para mantenerse frente a la persona que les ha dado la vida en vida, en mitad de una pandemia, de la manera más inesperada, conscientes de que todo pasará y que, cuando ese momento llegue, sus vidas serán diferentes pero aprendiendo a ser felices de mantener, al menos, este instante cómplice.
 
     Como quinceañeros que no saben acabar una llamada telefónica, de lado a lado de la calle se duda acerca de quién será el primero en cerrar la ventana. Cuando esto ocurre, cada cual sigue con su aplauso interior. Él sonríe satisfecho y se autoproclama campeón del mundo en el amor, celebrándolo mientras se sirve una copa de vino. Ella sonríe satisfecha cuando pasa ante un espejo donde se ve preciosa con esa camisa que decide entreabrir y dejar que la imaginación haga el resto del trabajo.
 
     Esto es cuarentena también.

lunes, 4 de mayo de 2020

Domingo. Día 51. Sufriendo

     Me estoy planteando una fecha para acabar este diario de confinamiento. Si todo marcha bien, el próximo lunes 11 de mayo lo daré por terminado y ojalá, también por olvidado. Esto ha sido demasiado trágico pese a que mucha gente haya frivolizado con el tema de la pandemia. Realmente, estar en la piscina de tu casa o en tu parcelita y mandar fotos en las que pones cosas como "no se está tan mal de pandemia" o "qué bien me ha venido este virus para descansar" me parecen de un cinismo y un egoísmo supremo, por no hablar de la falta de respeto hacia los que han sufrido en sus familias el dolor de perder a alguien por el virus.
 
     El "Aquí, sufriendo" tiene gracia en su momento, y cuando la tiene porque por norma general sólo se ríe el gracioso. Nos gusta enseñar lo que somos y lo que poseemos ya sea un chalet de lujo o un culito respingón, lo interesante es ser visto y admirado, para quien admire eso, claro.
 
     Soy un fulano raro, pero admiro mucho más un cerebro que me ofrezca una charla eterna y se me pase tan rápida que pareciera de diez minutos que al que me regala las vistas de su mueble bar a pie de césped. Me da rabia cómo jugamos con el tener olvidándonos al que no tiene usando la excusa de que "ya estamos otra vez con el discurso demagogo". ¡¡Vete a la mierda si para ti la demagogia es pensar que no todo el mundo tiene la misma suerte que tenemos algunos!! Es más, vete y de camino te llevas a los de tu calaña a ver si así dejo de creer que es necesario que haya pobres para que existan los ricos.
 
     Y por esto, entre otras cosas, porque este confinamiento ha destapado más de una carta de gente que ha demostrado que la solidaridad no va con ellos y no me apetece alargar sensaciones así (paso de discutir con cualquiera y con este tipo de gente, más aún) creo que el diario este debe ir cerrándose. Afortunadamente parece que este confinamiento ha ido funcionando y el futuro más cercano se comienza a ver diferente por lo que ya no será necesario ir contando días, prefiero contar otras cosas, la verdad.
 
     Mientras tanto, seguimos añadiendo sueños y esperanzas y, al menos yo, ando cogiendo fuerzas para que el día que pueda, estrujar de un abrazo a esos dos o tres (o cuatro o cinco) a los que tanto echo de menos.
 
     Salud para todos.

domingo, 3 de mayo de 2020

Sábado. Día 50. Semi-libertad

     Era como el primer día de rebajas, pero de los de antes, con un montón de gente yendo y viniendo a ritmo acelerado calle arriba, calle abajo. Parecía que habían abierto las puertas y azuzaban al personal a salir huyendo, como si Gárgamel les persiguiera. Gente con prisa, y sin ella, recuperando su porción de acera perdida cincuenta días atrás, con sensación de semilibertad y victoria asegurada.
 
     Ana estaba de guardia y no pudo ponerse las zapatillas aunque, por ahora cree que va a esperar a que pase la corriente un poco antes de dar una carrera por ahí. Susana se olvidó de que llorar y correr a la vez eran actividades incompatibles pero dio por buena la mezcla mientras olía el campo, vivo otra vez. Víctor dice que con él no cuenten hasta que pueda volver a hacer surf, que no quiere lesiones tontas porque para él una ola es mucho más importante que una calle.
 
     Sara subió a Gibralfaro y volvió a enamorarse viendo la imagen de la bahía de Málaga a sus pies y, sabiendo lo disfrutona que es, la imagino pensando que la vista era estupenda pero que le estaba faltando un vasito de vermú de barril. Manuel salió tempranito a aprovechar el calor mañanero, con su reloj pulsómetro presumía orgulloso de la caminata que se había dado, casi sin esperarlo, cargándose las pilas a base de sol.
 
     María paseaba por la zona de Huelin cuando Ana llegó en su bicicleta, con una mochilita donde guardaba el pedido que María hizo justo la semana antes del confinamiento y que, hasta ayer, no pudo tener en sus manos. Les pudo la risa y la emoción de volver a verse aunque fuese de esta manera, pero se tenían que encontrar, reírse de todo y llorar por menos.
 
     Yo también tuve mi ratito de escape, lo confieso, ya a la noche, cuando casi no quedaba gente por mi barrio salvo cuatro o cinco despistados y alguien tirando de un perro flojo.
 
     Todo huele diferente ahora. Ojalá esto dure mucho tiempo así.
 
     Salud para todos.

sábado, 2 de mayo de 2020

Viernes. Día 49. Mil

     Nunca creí que este blog llegase a las MIL ENTRADAS y menos que la escribiese en mitad de un confinamiento casi mundial y es que, aunque en la foto de cabecera cite los diez años del blog, en realidad está a punto de cumplir los trece. Fue en 2007 cuando Curro me inició en este juego de pensar en voz alta en una plataforma que ya ni existe y de la que salí porque a las pocas entradas me prohibieron publicar una foto de una espalda desnuda porque atentaba contra el pudor. Así me dejé caer en Blogspot, donde escribí mensajes de agradecimiento a los amigos, lloré mas de una y más de dos penas, conté algún secreto sin que nadie supiera que lo hacía, me deslicé por la línea estrecha de la soledad, publiqué poemas y fotografías con más miedo que vergüenza, pequé (y mucho) de pensamiento, palabra, obra y omisión, lancé gritos desesperados por escrito, que no podía dejar salir de mi cuerpo a viva voz, jugué a ser escritor, político, filósofo, poeta, a ser "entretenedor" en general.
 
      Viví intensamente una vida que no tenía pronóstico favorable en el mundo real, aterricé en planetas donde sólo he estado yo para mostrarlos aquí, por si alguien los quería conocer, aseveré mentiras y mentí en cada verdad, dormí al raso de los sentimientos en muchas de estas entradas, intenté colorear frases con esta limitante dificultad mía de no distinguir ciertos colores... Canté en La Botica, luché en un Centro donde los que mandaban nunca nos valoraron, volé en asiento de pasillo, viví conciertos únicos, caí y me levanté de aquella bendita depresión, nadé en el Mediterráneo, en el Atlántico y en el Cantábrico, besé y me besaron, abracé y me abrazaron, abandoné y me abandonaron.
 
     Mil entradas de vida, de caminar descalzo para enterrarme bien en el suelo que pisaba, de tomar impulso cuando las subidas se hacían eternas y de rodar cuando la caída era inevitable. Mil entradas de amigos, de trabajo, de discusiones y de reconciliación. De tocar el cielo. De probar lo más hondo. Nada más y nada menos que mil.
 
     Y ahora por compartir, me veo compartiendo este día a día de aislamiento social. "Escribir en una pandemia", podría ser el título de una novela, si alguna vez me lanzara a ello. Escribir como ejercicio de desahogo interior para vomitar con un teclado lo que tu boca no sabe pronunciar con naturalidad.
 
     Es en este momento me acuerdo de ti y de ti. Y de ti. Y de ti. De todos vosotros que me habéis acompañado en silencio o a viva voz en este tiempo bloguero. A los que un día llegaron para quedarse, los que jamás volverán y hasta los que me reñían cuando decía que abandonaba esta tarea. Creo que este invento es maravilloso y ojalá me dure por muchos años. Mientras alguien en el mundo me lea, este blog seguirá latiendo.
 
     Es curioso, escribir hoy, el día en que empezamos a salir de nuestro letargo en las casas para llenar las calles de gente que jamás ha hecho deporte pero que ahí van, luciendo sus palmitos en pantalón corto (y me parece fenomenal!!). Marcar esta cifra el día del comienzo de la vuelta a la "libertad". Es muy curioso.
 
     Nunca fui escritor, pero qué cierto es que escribir, a mi manera, siempre me ha hecho libre. Ojalá mil entradas más y que tú me sigas leyendo por entonces.
 
     MIL GRACIAS POR TU LECTURA Y TU COMPAÑÍA.
 
     Salud para todos. 

viernes, 1 de mayo de 2020

Jueves. Día 48. Abril

     Ayer, jueves, fue el último día del Abril que pasará a nuestra historia como el mes que nunca existió y en el que ocurrió todo. El caso es que llevo varios días acordándome de Sabina y de sus letras. Será por lo de "¿quién me ha robado el mes de abril?" y la verdad, no estoy para culpar a nadie porque me faltan conocimientos y no tengo la carrera de abogado. Quizá me haga sentir mejor si pienso que, en lugar de un robo, ha sido un tiempo de coma voluntario, una crisálida tan incierta que hasta me planteo dejar en el trastero, no sea que tenga que acudir a ella próximamente. Ya da igual quién fuera el culpable, "ahora es demasiado tarde, princesa".
 
     También pienso en que "el campo estará verde, debe ser primavera", que es una suposición que me ronda y una duda interna: ¿Cómo estará el campo? No salgo de mi entorno y el cuerpo me pide abrirse ya. Mirar con otros ojos y descubrir los cambios que haya podido haber unos metros más allá de mi limitada realidad. Será que "ahora tengo un alma que no tenía" porque algo nos ha cambiado en estos meses por dentro y necesitamos darle alas.
 
     Por supuesto, recuerdo su famoso "19 días y 500 noches" que pasó de copla popular a premonición que se quedó corta y que, de prórroga en prórroga nos fuimos perdiendo en disputas y desacuerdos, haciéndonos "peces de ciudad... en una playa sin mar" y "enemigos íntimos".
 
     Echando de menos a los que tenía cerca y no me daba cuenta de lo importantes que eran para mí. Yo, que durante tanto tiempo fui huraño por decisión propia "este hacerte mayor sin delicadeza" me obliga a recordarlos pensando eso de "así estoy yo sin ti" y ya estoy en un punto en que cuento los minutos, es como un síndrome pre-vacacional en que las ganas de expandirse no pueden vencer a las obligaciones del momento. Pero llegará pronto el día.
 
     Afortunadamente nos queda la música, la poesía, la creatividad, la fotografía, la literatura para suplir el robo de cualquier mes. Afortunadamente nos quedan "más de cien palabras, más de cien motivos para no cortarse de un tajo las venas. Más de cien pupilas donde vernos vivos, más de cien mentiras que valen la pena."
 
     Feliz Mayo y salud para todos.