Me puedo equivocar. Porque no soy infalible, porque nunca tuve el don del acierto… o simplemente porque no me apetece llevar el peso de la razón.
Porque decidí un millón de veces y las estadísticas no me avalaron, porque nadie tuvo que rendir pleitesía a mis planteamientos, porque no soy jefe, ni dueño de nadie, porque la inseguridad es tan innata en mi como mi sombra.
Quizá por eso no arriesgue, ni apueste fuerte, ni dé crédito a casi nada. Ni mío ni de los otros. El aplauso para los que lo buscan; el halago para el que lo merece. Mi éxito es intentar ser consecuente conmigo mismo aunque, puede que, hasta en eso yerre, sobre todo al llamarlo “éxito”.
Y, pese a todo, me siento bien así, aderezando el día a día con el aceite de la suerte y el vinagre del desastre. Lejos del reconocimiento o la polémica, eso no es lo mío.
Salud para tod@s.
que escrito tan precioso !! un poco así es como yo me siento, sólo que sobre mi recae el peso de mi familia, soy un poco jefa y eso lo llevo francamente regular.....
ResponderEliminarUna vez renuncié a ser jefe y creo que ha sido lo más acertado que he hecho jamás. Por lo demás, esto ha sido una idea que llevaba rumiando unos días y hoy se ha dejado escribir.
EliminarUn beso y fuerza, guapa!!