Trabajar rodeado de gente “rara” tiene la ventaja de no desentonar cuando tu cerebro decide desconectarse y colocar tus párpados en posición “off”.
Pero hay gente, con conexiones activas en sus neuronas que, con mejor intención que otra cosa, te insiste en preguntar qué te pasa.
- Nada, un mal día – es la respuesta habitual.
Y es que, cuando no se sabe qué decir, nada mejor que una mentirijilla tranquilizante, rellena de mucho cariño, porque no quieres que otros carguen con tu indisposición mental transitoria.
Hoy es un mal día, de esos que se retuercen solos desde el minuto uno, y en los que deseas que el árbitro pite el final.
ufff... pues deberían habernos compensado los días a los dos... ahora mi día parece injusto
ResponderEliminarAl menos tu contestas porque yo me limito a soltar un leve sonido casi imperceptible.
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