Aviso que esta entrada puede resultar algo caótica, porque, ni yo mismo sé ordenar en mi cabeza todo lo que quiero contar. A ver, comienzo.
Nuestro trabajo es duro, eso lo sé; exactamente, ESO LO SÉ (lo sé yo, porque hay mucha gente que aún no lo sabe). Es estresante, es agotador, es monótono, es difícil, es poco (o nada) vistoso, es casi desconocido, es no-productivo, es…; de acuerdo que no picamos piedras, ni nada por el estilo, pero guste o no, es un trabajo duro. Muy duro. Y muy crudo, a veces.
Pero esta crudeza se hace aún mayor cuando, el entorno más cercano a aquellas personas a las que atiendes, te dedican algo tan injusto como es la indiferencia. Parece mentira que demos tanto por tan poco en nuestro trabajo, y aún así, nos miren como si fuésemos voluntarios en un campamento de verano.
Pero no todo lo que vivimos es así. Por suerte, hay personas que consiguen hacerte alguien importante solo con un “gracias”, o, tan sencillo como un “¿qué tal ha ido hoy el día?”. No pedimos más, porque no trabajamos en este mundillo para pedir más, pero se agradecen las muestras de empatía por parte de las familias de nuestros atendidos.
Quizá, aquellos que no tenéis relación con el terreno de la discapacidad no entendáis de qué va esta película, lo comprendo. Pero no podía dejar pasar la oportunidad para contar lo siguiente: Hoy, al finalizar la fiesta de Navidad en mi Centro, la mayoría de los familiares que han asistido se han despedido, y poco más. Pero una madre, en esta ocasión, nos ha dejado una bolsa con un regalo. La consigna era “es para vosotros, los trabajadores, que nadie se apunte una medalla que no le corresponde, es para vosotros.” Al abrir el paquete que iba dentro ha resultado ser una placa, con una inscripción. Con esto no quiero decir que tengamos que recibir a diario una placa, no es eso. Pero valoro el detalle hacia nosotros de esa madre, porque es doble. El detalle de regalar y el detalle de valorar. Solo con lo segundo nos sentimos recompensados, y nos anima a seguir dándonos más y mejor. Y que nadie dude que lo haremos.
…sobre todo por hacernos Felices en el mundo que nos ha tocado vivir.
Dice Chaouen “Hay un paraíso en cada piel, y un dios en cada hombre”; yo pienso que trabajar con la discapacidad es trabajar con auténticos dioses, pese a la panda de impresentables que babean a costa de ellos.
Entiendo cómo te sientes. Tengo amigos que han trabajado con discapacitados y "sentido" su preocupación e impotencia cuando contaban su día a día...
ResponderEliminarNo te desanimes, piensa que tu dedicación revierte directamente sobre la persona que lo necesita, eso es lo importante, lo demás no lo tomes en cuenta...ya ves que siempre hay alguien que da las gracias (sinceras).
Te dejo un beso muy sincero.
Muchas gracias!!
ResponderEliminarCuando leí la placa se me saltaron las lágrimas y me acerqué a agradecerle y a darle un abrazo. Después miré hacia el fondo del salón de actos, convertido en una improvisada discoteca y al verlos felices pensé: "¡Qué tonto!, ¡a veces creo que no merece la pena!"
ResponderEliminar¡Qué suerte tenemos, compañero!
Totalmente de acuerdo Antonio... quien trabaja o ha trabajado con personas así aprende a valorar más las cositas sencillas de la vida; la placa es preciosa!! me he emocionado con lo que pone, pero más importante que eso es que valoren un poco la dedicación que dedicáis día tras día.
ResponderEliminarUn besote!! Por cierto... soy Patry, tu ex-compañera... es que me tengo que poner anónimo porque no tengo cuenta de estas, jajajaja. Felices fiestas para tí y todas tus mujeres!!