Nacha Pop tuvo su época, quizá era yo demasiado joven para disfrutarlos… pero disfruté de Antonio Vega, ese chico triste y solitario, con el que me identifiqué en tantas letras y que hoy ha cerrado su historia al tiempo que sus ojos, para volar hasta el sitio de su recreo.
Nos dejamos llevar por él, y vimos como, poco a poco, se empezaba a despedir cada día. Que un final sea esperado y predecible no lo hace más asimilable.
Nos “regaló su despedida. Fue tan suave que ni un solo ruido se escuchó”.
Supongo que con él, como con otros que fueron, uno se da cuenta de que cada palabra está escrita por la necesidad de sobrevivirse. Tanta belleza y tanto desasosiego: lo escucho y escucho pasar el dolor de la condición humana. Y en ese misterio me acurruco como un bebé sin entender muy bien de qué va esto de estar vivo.
ResponderEliminarNacho
Nacho... no te mueras tú nunca.
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