El sábado era el “día de gloria” para María; volvía a bailar en el parque de atracciones. Iba a hacer una de las cosas que más le gustan en el mundo en uno de los lugares que más ama del mundo… Allí estuvo bailando, cantando, corriendo, jugando… todos los gerundios conjugables con “felicidad”, en una palabra.
A su lado, pero en un segundo plano muy discreto, marchaba siempre Sara. Ella es “la bicho”, la que hay que llamar cien veces seguidas, la que cansa, la que no calla,… todo lo adjetivable (nuevo palabro) a ser “un trasto”, en dos palabras.
Lo dulce de este cuento es lo que ya he dicho; EN UN SEGUNDO PLANO. Es como si cediese el protagonismo a la que lo merecía (o lo necesitaba) esa tarde y ella se limitó a…portarse muy, pero que muy bien.
Sara es todo lo que he dicho antes, y más, porque detrás de sus enormes ojos y de su risilla picarona hay un ángel, a veces demonio. Es nuestro pequeño ángel, del que ninguna nube entrometida me va a separar jamás y la que quiero ver crecer cada día, sin desaprovechar ni una sola de sus pataletas, ni una sola de sus carcajadas.
Así, pensando así, da gusto que sea lunes. Buena semana para todos.
¡Pero qué afortunado eres! Me encantó conocerlas.
ResponderEliminarFeliz semana para ti también.
pero que ... que eres, me has hecho emocionar,
ResponderEliminarcon tus palabras me enamoré yo tb de sara, mi mas sincera enhorabuena por teneros...
un abrazo enorme
Pues voy a tener razón en lo que yo le digo siempre: ¡Mira que eres fea, Sara!
ResponderEliminarY María. Pobrecita. No tiene ojos.
Qué le vamos a hacer. Tendremos que cargar con ellas, Antonio, verdad?