Hemos dejado a los Reyes Magos lanzando caramelos a los miles de críos que llenan, hasta doler, las calles de Málaga. Hay gente por todas partes, pero sobre todo… hay niños sonrientes.
Caras que mezclan el sueño con los nervios, la ilusión con el asombro…, en definitiva, el envoltorio más sencillo que puede cubrir esta festividad tan comercial y tan bien dirigida por los mercaderes para terminar de reventar algunas cajas, y algunos bolsillos.
A los niños, todo eso les da igual, porque tienen la inteligencia de los niños, que con la edad, se va perdiendo, como los pelos, los pómulos, la inocencia…
Hoy he disfrutado al ver a tantos críos emocionados, y a tantos mayores con ganas de ilusionar. Me parece tan mágico para un niño que me da pena ver cómo nos vamos haciendo mayores y dejamos de dar protagonismo a los que realmente deben ser los actores principales en estos días; porque si la Navidad, la real, la verdadera, la auténtica, surgió, fue porque nació un niño.
Que no se nos olvide.
Dicho esto, ya solo me queda dejar los zapatos en la puerta, una nota de agradecimiento a Sus Majestades, y un cuenquito de leche y unas galletitas para el camino. Y a dormir prontito.
Yo me conformo solo con un regalo: el teléfono del que deseó suerte a Guardiola el año pasado por estas fechas, menudo crack!!
Buenas y Mágicas Noches.
yo también le dejaba los zapatos a los reyes, bien limpitos, y siempre les escribía cartas, como tus hijas, dándoles las gracias... ¿sabes? Las noches de reyes era la persona más feliz del mundo, ¡ojalá pudiese acostarme siempre con esa ilusión!
ResponderEliminar¡que te traigan muchas cosas!
Perdemos tanto al hacernos mayores, la frescura y la inocencia de los niños, su ilusión...es lo único que salvaba de la navidad...
ResponderEliminarsaludos! y a ver si se portan los reyes (los magos, de los otros nada se puede esperar...)