Corrían los ochenta, cuando descubrí a los caballeros Jedi (que luego se pronunciaron “yedais”) en un viejo cine, de esos de los de antes. Era el cine Coliseum, muy cerca de mi casa. Cerca estaban otros cines: el Avenida, el Palacio del cine (que se hizo bingo más tarde), el Cayri (que también es ahora un bingo), el Atlántida (que se transformó en sala X, otro tipo de juego con bolitas, y con señoritas que cantan…), el Aleixandre,… un montón de cajas oscuras donde la magia del cine habitaba y, a las que acudir, era una experiencia muy poco habitual… Sin duda los tiempos han cambiado.
Y prueba de ello es esta foto que tomé hace unas semanas. Ese derribo es lo que queda de aquel Cine Coliseum, en el que unas cortinas rojas abriéndose avisaban del inicio de la película. Pasé con la moto y no pude por menos que parar y, en un segundo, hacer la foto con el móvil. Bajo esos escombros hay Goonies, Gremlims, Templos Perdidos, Daryl, C3PO y R2D2, Karate Kids, Rambos y algún que otro “Suattsseneguer” que se empezaba a hacer de oro creyendo que era actor. Aún hoy sigo sin saber escribir el apellido del amigo Arnold, pero no creo que me vaya la vida en ello, salvo que esté esperando que me libere de alguna condena a la silla eléctrica, que todo puede pasar.
“Toda la vida es cine, y los sueños, cine son” (Aute)
juas! casi hago un comentario que te hubiese hundido en la miseria del tipo: "sí, cuando paseo con mis abuelos también me dicen dónde había cines", pero ya no lo voy a hacer, ¿o ya lo he hecho? jajajaja! un beso!
ResponderEliminarHermosa frase, yo con cine añadiría teatro, aunque para este contexto no es necesario variarla.
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