31 de Julio… y yo ya estoy con el síndrome postvacional. Me he ido esta tarde de mi empresa a pasar 30 míseros días de descanso, más que merecidos, haciendo un corte de mangas al horizonte, pero muy dirigido a algunas personas… ¡ya está bien!
Cuelgo los trastos por unos días, y para darle más énfasis a la desconexión, voy a desconectar también de mi “enganche bloguero”, que estaba alcanzando ya unas velocidades endiabladas. Intentaré aparcar la banda ancha, y centrarme en la delgada línea que suponen los días que pasan y que se llevan tras de sí las mejores sonrisas de tus hijas pequeñas. Voy a chatear con María y a postearme con Sara, aunque esto no quita que mi ansia por vomitar sentimientos no salpique este espacio el día menos pensado. Pondré mi webcam para que Ana me vea, que ya toca y dejaré mi perfil visible para la gente que quiero (que es mucha) y la que me quiere (que no es poca).
Y cuando salga el sol de nuevo volveré a sentarme en mi trono, frente a un teclado con corazón de cetro, a creer que soy el Rey de las Palabras aún por escribir y a ordenar que vuelvan a formar, para pelear, otra vez, en la guerra de decir lo que se piensa, sin pensar lo que se dice.
Mientras tanto, dejad que el sol os de color al cuerpo y la música os baile el alma; que os abracen y os mimen; dejad que Dios os ame o el Diablo os arrastre, según os pille el día; poneos a tiro de un buen masaje, una ginebra bien mezclada, una charla canalla o el humo de una cachimba con aroma a melaza y a frutas exóticas.
Yo, por mi parte, haré lo que pueda y los amos del futuro me permitan, sin olvidar que, el dolor de mi brazo provocado por el GRANDÍSIMO CORTE DE MANGAS QUE OS HE DICHO ANTES, es tan placentero que me lo cuidaré para que no desaparezca, no sea que me olvide de donde hay mierda, para no volver a pisarla.
Ya es 1 de Agosto.
Ya no estoy.
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