Con ropa de Domingo (de Domingo de Resurrección), nos hemos lanzado a la calle esta mañana. Temperatura de lujo, ambiente bonito, sol de los de aquí, para acabar con una rica comida y una simpática (y limpia) película “La Niñera Mágica”.
Y, de regreso a casa, con algo de dolor de pies, sobrevuela el pensamiento de que, mañana, si no se alinean los planetas ni nada de eso, no tendré mas remedio que volver a ese trabajo que me está quitando la salud (la mental y la física).
Pensaré en los buenos momentos que he podido pasar estos días con mi familia y con los amigos.
Olvidaré al instante cualquier mala vibración que me llegue pensando en la risa de Sara y en los dedos de María quemándose con la cera de los Nazarenos.
No es bueno volver a la rutina tan desganado, pero, al menos, siento que estos ratos me hacen resucitar de tanta mierda que adorna este mundo.
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