Un buen argentino diría que la decepción, como el fútbol, es un estado de ánimo. Yo, como andaluz convicto, creo que la decepción no es más que la distorsión de una realidad hecha con muy buena intención que acaba mostrando su cara concreta. Me explico.
Nadie te decepciona, eres tú el que has puesto unas expectativas determinadas en una persona. Pero un buen día, esas expectativas no se cumplen y, por sistema, culpamos al autor de dejarnos en mal lugar. Pero no es así. El autor no es más que un personaje que, eso, actúa. La culpa es del espectador, que espera ver lo que quiere ver y no lo que hay en realidad.
Nadie nos decepciona, nos decepcionamos nosotros mismos cuando nos damos cuenta de que somos más tontos de lo que creíamos.
Reflexión para una tarde de domingo sin “Carrusel deportivo”.
Ea, salud para tod@s
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