Cargo la maleta de camisetas, bañadores, ganas de escapar e intenciones de recuperar el tiempo perdido con “ellos”, como diría Curro. Me voy una semana, vaya, de hecho ya me he ido y estoy en la casa rural donde compartiré las horas, las comidas y lo que encarte, con esta gente que, antes me enseñaba muchas cosas y que un día, por no sé que extraño planeta que se atravesó en el cosmos, olvidé.
Me hice el autosuficiente. No necesitaba nada ni nadie a mi alrededor. Sólo yo, y eso, ya era excesivo, incluso. Recluido en la burbuja de la puta depresión, me negué a seguir adelante y a continuar aprendiendo aquellas cosas.
Pero ya ha salido el sol, poquito a poco (yo también quiere ser consumidor de buenos momentos), al menos las nubes se van disipando y, aprovechando ese sol, voy a intentar coger colorcito y disfrutar de esta gente, de estos catorce compañeros de turismo, entre compañeras y “atendidos”, “usuarios”, “clientes”, “ciudadanos”… ¡¡joder!!, chavales, que es como les hemos dicho siempre y hace que la normalidad sea más real y menos llena de tonterías administrativas que etiqueta todo lo que no parezca “normal”.
De modo que, haré todo lo posible por no acercarme a este aparato informático y retirarme del blog hasta la vuelta, si Dios quiere (y si no quiere me da igual).
Mientras tanto… salud para tod@s
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