Mucho tiempo me he negado tus besos, sin saber muy bien por qué. He renunciado a ti, siendo tú, prácticamente todo mi mundo. Siempre fuiste mi amiga, mi novia, mi esposa... pero, de repente, me borré, me hice tangente de tu círculo concéntrico. Volé muy lejos, creyendo que era hora de escapar; seguro de que, el verbo "escapar", estaba bien empleado.
Y mientras mis días pasaban y con ellos la esperanza de volver a sentir lo que sentía antes, tu seguías allí, sentada en esa incómoda piedra de la incomprensión, esperando que, el día menos pensado, mi cabeza volviese a colocar los pensamientos en su sitio, en un orden mas o menos lógico.
Hoy tengo la sensación de que he perdido muchas noches, que ojalá no hubiesen desaparecido como lo hice yo aquella mañana de domingo.
Hoy, tras un día psíquicamente agotador, siento que te necesito, y lo creas o no; me hace mucho bien sentirme así.
La escarcha en la madrugada nos besa y de ello no somos conscientes, las gotas de rocio besan el viejo banco donde solemos sentarnos al alba y no nos damos cuenta, la mente juega con nostros y no nos damos cuenta. Solo cuando sacamos de lo mas profundo del alma la quita esencia del sentir, si es que este elixir en ella está, es cuando podemos calentarnos, secarnos o simplemente amar, eso si siempre sin cordura, pues ella seria pagina de otro libro.
ResponderEliminar¡Qué bonito!
ResponderEliminarNo envidio en absoluto los malos momentos, pero me alegro mucho de que se haya convertido en una historia con final feliz.
DIEGO... Gracias otra vez
ResponderEliminarTRINI... Tú sí que eres bonita!!!
Me alegro (en mayúsculas) MUCHO, MUCHO, MUCHO. Enhorabuena por tu esfuerzo y tus ganas, por reiniciar tu sistema... y enhorabuena, un beso y un abrazo a Ana, por aguantar el tirón. A disfrutar y a QUERERSE MUCHO.
ResponderEliminar