La tarde se presentaba tranquila. Tras el ensayo de baile de las niñas, nos fuimos al centro a buscar las zapatillas que les faltaban para la actuación de mañana en el parque de atracciones. Hasta ahí todo bien. A partir de ahora empieza la lluvia de ideas sobre mi cabeza que puede convertir esta entrada en un verdadero caos, lo advierto.
El caso es que, al pasar por la Plaza de la Constitución, vimos dos manifestaciones con poca participación. Por un lado, la plataforma que protesta contra la prohibición de la música en vivo en los bares. Por otro, la acampada de “los indignados”, esa concentración tan etérea como extraña; una amalgama de gente de todas las condiciones, pero muy dispersos,… escasa afluencia, diría yo, en comparación con lo que está pasando, por ejemplo, en Madrid.
Yo, que de este movimiento pensaba más o menos lo mismo que Jose, paso de largo de la plaza con la idea de que, más que una protesta, aquello parecía un asentamiento de perroflautas (dicho con todo el cariño, eh?? no vayamos a…)
Pero, he aquí, que Ana me propone “¿tapeamos algo por aquí?” y dimos una vuelta buscando algún sitio, más o menos cómodo, y con espacio en la calle para poder fumar (la ley absurda es absurda por mucha ley que sea) y entre tumbo y tumbo llegamos a El Pimpi (bodega guapa donde las haya) justo en el momento en el que pasaba un grupo de personas manifestándose. Pensé que serían los de la música en vivo, porque iban cantando… pero, OSTIAS!!!, SON LOS INDIGNADOS!!!. Y no iban veinte o treinta, según un policía que pasó por allí, iban más de dos mil persona. OJO: dos mil personas por una calle peatonal del centro de Málaga que tiene una anchura de tres metros!!! . Efectivamente, ahí estaban los que faltaban en la plaza.
Como buen observador, como buen curioso, y sobre todo, como alguien al que no le gusta que le engañen y le manipulen, paro mis pasos al discurrir de los manifestantes y cuando leo las pancartas… lo siento, pero me han tocado lo que tengo dentro. Me han tocado, y mucho. Pero la pancarta que más me tocó fue la de la foto. Allí sí había gente de todo tipo. Es cierto que había mucho hippie, bastante cachondo mental con ganas de juerga y algún que otro tarado de ideas políticas muy retorcidas; pero también se unían universitarios, matrimonios con hijos de “pinta normal”, personas mayores, parados… y, parece ser que, entre las muchas cosas que reivindican (pienso que la mayoría no sabe lo que reivindica el de al lado, ese es su problema) hay una idea que sobresale: HAY QUE CAMBIAR LAS COSAS. Y LO ESTÁ PROMOVIENDO LA PARTE MAS JOVEN DE NUESTRA SOCIEDAD.
Y tienen mucha razón cuando critican al Gobierno por su política económica, por su derroche en gastos extraordinarios…; también critican a la Oposición, que pueden prometer y prometen, hasta el día que llegan al sillón y “donde dije digo…”, pero, es que, incluso a los partidos aparentemente mas afines a este “tipo de población” como podían ser los de la izquierda comunista, le dan lo suyo, por ser los bisagras que se alían con el demonio si hace falta, con tal de coger un escañito.
Todos son responsables de ese Senado que nos cuesta tanto a todos los españoles. Ellos (todos) son los que viven de puta madre con su paga vitalicia por haber servido, sabe Dios cómo, a la Patria. Todos son culpables y cómplices del poderío otorgado a la banca, que son los auténticos “putos amos” (Mou es un chiste al lado de la banca). No se pueden permitir tantos sueldos tan elevados mientras se recortan pensiones, sueldos a funcionarios, ayudas sociales… Cada cuatro años prometen con una facilidad que hace alucinar al más fumado sin ni siquiera reunirse con las asociaciones de vecinos, con los grupos influyentes de cada sector, para conocer las realidades y, sobre todo, las necesidades de cada lugar. Es imposible que el ideal de un partido político sea igual de válido en Las Rozas que en Carabanchel… pero, sin embargo, lo es, puesto que mantienen las mismas siglas y si tienen actuaciones dispares, mal vamos.
Continúo. Nos hemos sentado en la terraza de El Pimpi, a gastar dinero en el capricho de tapear mientras, a pocos metros de nosotros, los parados pedían a los políticos que se dejen de espectáculos mediáticos y de varitas mágicas y se pongan manos a la obra para encontrar soluciones, o, al menos, propuestas. Pero allí seguíamos nosotros, con la cervecita sobre la mesa… y venga a pasar gente…
Lo siento, si, como dice Fiebre, me sale la vena de “jodío comprometido con la sociedad”, que ya quisiera yo estar tan comprometido como ella dice. Pero es verdad que me zarandea por dentro y me hace pensar que algo va mal y que las cosas tienen que cambiar. No solo los políticos, todos nosotros. Todos los que, mientras pasa la manifestación y cuatro rumanos, ucranianos o de donde sean, se paran ante ti con un acordeón hecho polvo (de lo viejo que está) y te piden una moneda, decimos no con la cabeza y seguimos enseñándoles, ante sus ojos hambrientos, el color delicioso de los platos sobre nuestras mesas y de los vasos repletos de cervecita fresca. Algo falla. Y debemos examinarnos todos. Quizá este 15-M sirva, por lo menos, para plantearnos que las cosas no son tan justas como los de las corbatas y los mítines nos quieren hacer creer, esos de los sueldos vitalicios.
No es solo dejar caer un sobre dentro de una urna, porque han demostrado que se pasan por la funda de la urna los 15-M, que todos quieren sacar tajada de este hecho, que les da igual lo que la gente piense. No es bueno que la plebe opine, y mucho peor, que piense.
Es cierto. En esa concentración había mucho vividor, mucho juerguista, pero también había mucha, pero mucha gente, sufriendo la vergüenza de tener que pedir lo que es justo; que se les oiga, porque no les oyen. Y yo, la mayoría de las veces, tampoco les oigo.
Cada cual que se aplique su parche. Pero esto tiene que cambiar. Tenemos que reaccionar.
Por una vez, y sin que sirva de precedente ¿eh? Estoy de acuerdo contigo en el fondo. El único pero, siempre hay un pero, es que en esa manifestación en la que hay gente de todo tipo, los que al final suelen acabar moviendo los hilos son los vividores. Me queda otra pregunta: Si ya se han manifestado y han proclamado a los cuatro vientos lo que "reclaman" ¿es necesario quebrantar la ley que ya ha declarado las concentraciones como ilegales en el día de reflexión? A mi, personalmente me convencerían más si no lo hicieran, pero..
ResponderEliminarEsta claro que hay que cambiar muchas cosas y que estamos de acuerdo en la mayoria de esas reflexiones, pero (yo tambien tengo un pero)eso de sentirse mal , raro o lo que sea por estar mientras tapeando, eso si que NO.
ResponderEliminarEl hecho de que haya gente que no pueda hacer lo que yo en un momento determinado no debe hacer sentirme mal (quizas antes yo tampoco podía).
Me explico
Creo que lo que puedo hacer en un momento determinado es porque me lo he ganado a pulso, lo he trabajado, lo he sudado y quizas lo merezco. Quizas la suerte tambien sea un factor mas dentro de la ecuación, si, pero no deja de ser uno de muchos mas.
Por desgracia hay gente que no puede,pero hay muchas mas que no quiere, que es mas facil vivir de ayudas que trabajando, aprovechar la época de joven para salir, vivir y disfrutar y despues decidir sentar cabeza...a buena hora mangas verdes.
Y en cuanto a Rumanos y demas ya te contaré largo y tendido de que va el tema ( y de muy buena tinta).
Siento generalizar y se que escribiendo esto me meto en un jardín en el que se me puede tachar por muchos de lo que no soy, pero es lo que pienso.
Lo siento por quien se sienta ofendido y especialmente por quien de verdad esta afectado por la situación y que por desgracia queda a la sobra de tanto vividor.
Fuera de esto estoy de acuerdo en que la condición política de este país debe cambiar, esos sueldos, esas pensiones por 4, 6 u 8 años trabajando, esas dietas, coches, ....pagados por todos, hasta por los que no tienen....Va a ser que NO.