No sé cómo empezar esta entrada. No encuentro la palabra adecuada. Podría ser “gracias”, “suerte”, “esperanza”, “cariño” (recomendación made in Anita),… no sé. Creí que el mundo se acababa en un presente y que el futuro era tan improbable como que me volviesen a ver sonreír. Y yo te lo decía, pero tú callabas.
Durante muchas noches, las horas se me fueron entre humo de cigarro y lágrimas interminables. Mis escondites eran la terraza y un abrigo y, a veces, salías, a pasar frío junto a mí, con la excusa de que te apetecía un cigarro, pero con la única intención (lo sé) de no dejarme solo.
Delimitamos una línea invisible para separar tu mundo del mío. Mi mundo era un caos, el tuyo…, el tuyo era un espacio de aparente tranquilidad, dispuesto a expandirse, lo que hiciera falta, solo para que yo no me saliese de aquel cosmos que fabricamos juntos.
Estuve mucho tiempo fuera; no unos días, como creen todos; mas bien unos meses, quizá años. No recuerdo el hotel al que fuimos el verano pasado, no guardo ningún recuerdo de aquellos días. No recuerdo las navidades pasadas, ni las anteriores. No conservo imágenes de casi nada, quizá alguna foto, pero poco más. En mi cabeza esos días no se guardaron. Ya no estaba en tu mundo, ya, prácticamente, no estaba en ningún sitio. Y ahí seguías tú. Callada, serena,… triste,… estabas ahí, aunque yo no te veía.
Me escuchaste decir varias veces “ya no te necesito”, me viste salir de casa, comprobaste que lo que venía diciéndote, tiempo atrás, era cierto y pensaste que sonaba a final, pero, pese a todo, permanecías en tu puesto, como el soldado que va en primera línea, soportando un disparo tras otro, esquivando, como puede, las balas. Olvidándose de escapar (huir es de cobardes) y siempre avanzando. Avanzando por ti y por mí.
No creo que exista ningún Dios, pero si queda alguno por ahí, ya me habrá perdonado. Cometí muchos errores y he hecho daño a mucha gente; a gente que quiero con toda mi alma. Nada de lo que hice fue con maldad, estaba convencido de que actuaba bien, de hecho, siempre procuré actuar lo mejor posible. Pero creo que llega un nuevo tiempo. Hoy, con mas miedo que vergüenza, puedo decir que “estoy llegando”. Que ese túnel ya quedó atrás y que, ahora, es el momento de salir de este coma y aprender a caminar de nuevo. Y quiero que sea contigo, porque has sido el personaje olvidado de mi película y ya te toca el papel principal. Porque no te rendiste jamás, y no me dejaste caer, ni siquiera cuando no me veías. Porque has sido para mí, lo que no he merecido nunca y porque, como bien dijiste el sábado, no te dejaste envolver por mi tristeza.
Por eso no sabía cómo empezar esta entrada. No encontraba la palabra adecuada. Podría ser “gracias”, “suerte”, “esperanza”, “cariño”, …no sabía.
Pero esta entrada es para ti.
Eres un hombre afortunado, no lo olvides nunca.
ResponderEliminarQué felicidad... me alegro TANTO por los dos... por los cuatro.
Yo también me considero afortunado. Tengo mucho cariño a mi alrededor, tanto que no siquiera lo podía ver. Pero ahora empiezo a ser consciente y, la verdad, te engaño si te digo que no estoy feliz.
ResponderEliminarEres un encanto, niña. Tenemos que vernos pronto. Hay mucho por lo que brindar.
Un beso.
Permitid Señor, que este caballero templario, de oxidada armadura y paso lento irrumpa con envainada espada, en el cegarral de vuestros escritos, pues desde el horizonte de lo finito ha contemplado, no sin impaciencia, como esa delicada y sutil linea ha ido trasladandose hasta alcanzar el Horizonte de la verdadera cordura, aderezado todo ello con delicado perfume a ternura solo percibido por el finisimo olfato de los que os amaron, aman y amaran; tres tiempos del verbo, del verbo que vos contribuisteis ha hacer carne, tres fueron tres las hijas de Eva; tres poderosas fuentes de cristalina agua para enjuagar vuestro lodo de los ojos y que os impedia ver con la necesaria clarividencia los origenes de los oscuros senderon por donde habeis paseado. Mas no os azoreis que no es circunstancia extraña al ser humano la ausencia de luz externa mientras ilumine vuesra viscera mas precisa, es decir el corazón.
ResponderEliminarPermitid a este viejo caballero, que sin querer decir mas, desenvaine su espada y alzandola enarbolada haga que la sombra de su cruz caiga sobre vos y vuestras tres amadas.
Non nobis domine, non nobis, sed domini tuo da gloriam.
Diego... me quedo sin palabras. Quizá me quede una: GRACIAS
ResponderEliminar"Quiereme cuando menos lo merezca porque será cuando mas lo necesite".
ResponderEliminarEl día que lei esta frase me pregunté que persona puede llegar a conseguir algo así. Por suerte las hemos conocido.