Había decidido que no, que mis ganas de vivir no pasaban por los terrenos que ocupaban la Feria, como lo hicieron en los años anteriores. Recordé cuánto de bueno pude vivir en aquellos momentos en los que, conocidos y no tan conocidos, nos juntábamos en una caseta después de comer y, hasta sabe Dios cuándo… Recuerdo el sabor del Cartojal, del Carpe Diem, del mojito… los percibo, pero con la sensación de estar a años luz de mí.
Recuerdo el reír, el descontrolar, sudar como locos, cantar a gritos y salir al aire cada dos por tres. Recuerdo también la noche en que, cuando volvíamos de la Feria, nos llegó la lluvia… no sé si este año habrá vuelto a llover.
Pero muchas cosas han cambiado en el decorado de esta función. Y, aunque añore aquellos días, no los he podido repetir este año.
La vida es una especie de manta voladora donde los viajeros caen a medida que los vaivenes se hacen más difíciles de soportar. Creo que yo ya me caí de esa mágica manta.
La nostalgia pica y escuece...
ResponderEliminarYo tampoco he podido revivir grandes momentos del pasado verano.
¡Un besazo!
Esto es como lo de los caballos. Te tienes que volver a montar para no cogerles tirria.
ResponderEliminarHace tres años yo fui solo un día a la feria de Córdoba y por llevar al nene. En mi vida había pisado una feria con menos ganas. ¡Con lo que me gustan! Al año siguiente me fui a todas las que pude, hasta una de Algallarín.
Me la he comido entera. La de día...a la noche no llegaba.
ResponderEliminarAgradezco enormemente a mis amigos el "sacarme a la calle a pasear el luto".
Tenemos una cervecita pendiente (bueno, eso tú...yo vermút)
¿Por qué no lo dijiste antes? Yo te hubiese recogido en mi manta mágica que es super grande!! ^^
ResponderEliminarCreo que te mantienes...
ResponderEliminar:-) La vida siempre sorprende. Siempre.