Los paraísos no son como los de antes

     “Malos tiempos para la lírica…”, el hueco utópico de mi cerebro se está estrechando irremediablemente:

     Tuve mis propias convicciones políticas, tendía mucho hacia un lado y hacia un color y en ellos volcaba mi esperanza democrática una y otra vez. Pero los ideales, según parece, ya no existen y esos, a los que creí gente honesta y luchadora aprovecharon cualquier resquicio para asaltar algún que otro sillón de mando… aún a costa de sus ideales… y de los míos, que, en principio, eran los mismos… Me han hecho descreer en ellos, calificarlos de gentuza y de merecer todo mi desprecio, y sin embargo… estamos en sus manos…

     Tuve mi propia concepción de la justicia social. Soñé, como mucha gente, que aquel grupo de jóvenes que, un buen día, decidió sentarse en mitad de una plaza de Madrid iba a conseguir zarandear las conciencias dormidas de unas generaciones que nos habíamos encontrado con todo por delante, con oportunidades y posibilidades que nuestros padres no tuvieron, quizá, ni siquiera soñaron para nosotros. Pero no todo el monte es orégano y siempre hay sitio para los gusanos en las cesta de frutas. Y así fue como, un amplio número de gilipollas, escondidos entre la masa, se ha encargado de ir tirando el tenderete de las ilusiones de los que empezaron. Y lo peor, lo que comienza con una manzana podrida consigue que la sociedad “no crea en los beneficios de la fruta”… no sé si me explico.

     Tuve mi propio paraíso en una playa donde la “mente abierta” era una forma de vida. Ayer presencié como expulsaban de allí (literalmente) a una pareja porque la chica no se despojó de la parte baja de su bikini. Parece que a los ojos de “la justicia nudista” les resultaba hiriente ver un pequeño trozo de tela en el cuerpo de alguien que, simplemente, bebía del mismo sol que el resto de los mortales. Me recordó a la expulsión de Eva del Paraíso; del otro, del genuino; por descubrir su desnudez y cubrirse con una hoja de parra, pero convertida en braguita de licra. La “mente abierta” que enarbolaba mi pequeño terreno de libertad se volvió en una hiriente inquisición en un minuto, lo que tardó el tipo del chiringuito en acercarse a ellos y recordarle a la chica, como hizo el mismo Dios aquella vez, que por cubrirse sería expulsada.

     Quizá mi actitud sea muy radical, pero no termino de comprender esa transformación de los ideales, esa manipulación del querer poder, del querer protagonismo, del querer exclusividad. Me han transformado en un Adán voluntario y creo que tardaré mucho en regresar a ese Edén, si es que regreso… creo que Eva no regresó nunca… no voy a ser yo más que ella.

     Salud para tod@s.